El Blog de Psicología Alternativa

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jueves, 17 de mayo de 2018

POR QUÉ NO FUNCIONA ALGUNA RELACIÓN DE PAREJA



Una pareja, un compañero, un amigo.
Unos valores parecidos y ganas de disfrutar de la vida.
Un camino en común, un proyecto de vida construido entre los dos.

En Terapia de pareja, cuando viene una pareja con problemas y veo complicidad en ellos, casi seguro que esa relación va a poder seguir adelante, aunque haya habido infidelidad.
A veces es una mirada de reojo, saber si el otro está de acuerdo con lo que digo, con lo que opino. Complicidad significa “estamos juntos en esto” sea bueno o malo.

La complicidad refleja una relación de igualdad, ninguno se siente por encima del otro, ninguno hace de padre o hijo, ni se pone a mandar. Más que ayuda, hay colaboración y respeto por la autonomía del otro.

No funciona emparejarte con tu media naranja, con la persona que tiene aquello que tú crees no tener. Esa relación dura poquito, quizás el tiempo de enamorarte y desenamorarte.
Está en la naturaleza de todo ser humano la tendencia a completarse en uno mismo. Es necesario que, a lo largo del tiempo, se vayan produciendo reajustes en los que participen ambos. El camino de una relación sana es hacia dos personas completas, autónomas que comparten parte de su vida.

El amor incondicional es inadecuado en la relación de pareja. La disponibilidad permanente hacia la otra persona mata el deseo. Se desea lo que no se tiene.
La relación de los padres hacia hijos es de amor incondicional, y funciona. La disponibilidad permanente les da seguridad. No es reversible, los hijos no pueden dar lo mismo a sus padres, no pueden darles la vida.
Pero para que funcione una relación de pareja el amor ha de ser bidireccional, en igualdad de condiciones: los dos dan y los dos reciben el 50 %.
Y cuidado con dar demasiado porque el otro se puede sentir incapaz de dar tanto y puede suceder que se abandone a recibir. Más no siempre es mejor.

Poner a los suegros, suegras, padres y madres por delante no funciona. Comprobadísimo.
Es importante que tus padres acepten a tu pareja y también es necesario que la nueva relación y la familia que formes tenga prioridad.

No funciona tampoco hablar sin que te importe si el otro se ha enterado de lo que has dicho. De verdad, no funciona. Si quieres llegar a algún acuerdo y quieres que sepa lo que opinas de algo, asegúrate de que está escuchando. Pregúntale que has dicho. Te sorprenderás.
Si quieres dialogar en pareja con calidad necesitáis practicar la escucha activa: Consiste en escuchar al otro con la mente en blanco, sin suponer lo que va a decir o lo que voy a responder. Sólo atento a lo que dice.

No funciona hablar para acusar, reprochar y criticar. Se pondrá a la defensiva, se cerrará y no se enterara de nada. Cada frase que empieza por “Tú...” es como un dardo que lanzas y da pie a que el otro te lo devuelva.
Si quieres comunicarle algo a tu pareja, es más fácil, habla de ti. Empieza las frases por “Yo pienso...”, “Yo veo...”, “yo te oigo...”, si hablas de ti, de lo que necesitas, quieres, pides, opinas,...el otro puede escuchar sin sentirse agredido.
La calidad de la comunicación da un pronostico bastante acertado de si vais a poder resolver los problemas que traéis a terapia y continuar un camino de bienestar.

Las mentiras no funcionan y dan mucho trabajo. Necesitaras acordarte de ellas y resolver la pelea que se ha montado cuando te han descubierto.
Vivir con sinceridad es mas fácil. También se llama asertividad o ser capaz de expresar lo que sientes sin agresividad, con calma. Es la realidad. Una comunicación sincera y en el momento oportuno generalmente mejora la situación.
¡Cuidado con la critica disfrazada de sinceridad, esa no vale!.
Las palabras tienen valor si los hechos y tus acciones las acompañan. Busca la coherencia. Las palabras se las lleva el aire pero los hechos permanecen. Es más verdad lo que haces que lo que dices.

Una pareja para ser una relación de pareja, es necesario que tenga un proyecto de futuro en común. Si no hay, si no lográis crearlo, es muy posible que rompáis y volváis una y otra vez en ese intentar que funcione.
Es imprescindible un proyecto de futuro construido entre los dos para ser felices y comer perdices.

Marta Vidal Ginestal






sábado, 5 de mayo de 2018

¿QUÉ ES EL AMOR?


La Psicología Positiva trabaja con el reconocimiento de los estados de bienestar que sustituyen al malestar.

¿Qué es el amor? ¿Es complacer a la persona que amas? ¿Recibir atención?¿Es obediencia? ¿Es darte a los demás?¿Es darse lo que uno necesita? ¿Es enamorarse y vivir ilusionado?...
Cuánto más tratamos de concretar qué es el amor, más opiniones diferentes encontramos.
Somos diferentes y el amor lo percibimos de diferente manera:

Las personas más visuales se sienten queridas cuando les hacen un regalo bonito, con una bonita presentación, una bonita cena para dos con una mesa muy arreglada, por ejemplo.

Las personas más auditivas se sienten queridas cuando les dicen cosas bonitas: “Te quiero”, “Me gusta estar contigo”, “Eres una gran persona”.

Y las personas más cinestésicas dirán: “A mi déjate de palabras o regalos y dame un buen abrazo”.

Percibimos con los 3 sentidos, pero suele dominar alguno. También dependiendo del momento.

Erich Fromm, uno de los primeros psicólogos humanistas, en el libro “El arte de amar”reconoce el amor como un arte que es necesario aprender, una actitud, una actividad, un poder del alma. “El que ama se transforma constantemente....es más él mismo.”
Opina que el amor “no es esencialmente una relación con una persona especifica.”

Según Fromm, el problema principal con el amor es que se busca sobre todo ser amado y no se busca amar y desarrollar esa capacidad.
El segundo problema es pensar que es sencillo amar y que lo difícil es encontrar a la persona apropiada para amar o ser amado por ella.
Y el tercer error que nos hace suponer que no hay nada que aprender sobre el amor, es confundir la experiencia inicial de enamorarse con la situación de permanecer enamorado.

Enamorarse es sentir una atracción por una persona que presenta unas características que no solemos encontrar en nosotros aunque estén. Al cabo de 1 año y medio o dos, este “amor ciego”, que no ve los defectos en el otro, finaliza y empezamos a ver la persona real, la que tiene también otras características que no nos gustan.
En ese momento empieza la fase de aprender a amar a la persona en su totalidad, no sólo por lo que nos gusta.

Yo creo que el amor más sano que podemos ofrecer a una persona es reconocerle tal y como es en cada momento, poner interés sin dar nada por supuesto. Mirarle, escucharle, sentir, y poder decirle: “Eres tú”.