Es imprescindible discutir con la pareja, tenemos diferentes
opiniones y convivimos, es imposible evitarlo. Como me decía una amiga, es
mejor tener cada día una crisis pequeñita que aguantarse y tener una grande.
Quizás no saliese bien parada nuestra relación.
¿Cómo podemos
discutir para que sea algo beneficioso para nuestra relación? Es posible
haciéndolo de la siguiente manera:
Antes que nada, practica la escucha activa: Escucha a tu pareja sin estar pensando que le responderás,
que voy a decir, o que me va a decir. Se trata de escuchar vaciando la cabeza de suposiciones, poniendo atención en lo
que te dice. Te sorprenderá.
También es necesario saber que, entender o comprender a esa persona, no es aceptarla ni tener que
creer lo que dice. Se trata de escuchar y reconocerla. Es su opinión, es
necesario respetarla y dejarla con ella, no tomarla ya.
Y luego está el tema de quién tiene la razón. La razón no la tiene una sola persona, no
es tuya o mía sino que puede ser de los dos.
Cada persona viene de
una cultura familiar diferente y ha tenido una experiencia de vida particular
que le hace interpretar la vida a su manera. La realidad es una y la interpretación que hacemos de ella muy variada.
Cada uno tiene su razón y su parte válida.
Se trata de escuchar al otro, tratar de entender lo que
significa para él. No se trata de dejarse convencer ni de ceder absolutamente
en lo que pensamos. Se trata más bien de acercarse un poco a su forma de pensar,
de ceder cada uno un poquito. Porque no vale que solo ceda uno siempre y el
otro “se salga con la suya”.
El siguiente punto importante es cómo discutimos, nuestra
actitud. Percibimos antes la actitud y
el tono de voz que las palabras. El lenguaje no verbal suele tener más
poder que las palabras. Puede ser que estemos en una lucha de poder y no nos
hayamos dado cuenta. ¡Quién no se ha encontrado
alguna vez en una discusión sin acordarse de cómo empezó! En una lucha de
poder nos olvidamos del objetivo de la discusión para tratar de demostrar al otro
quién tiene más poder, quién gana. El resultado habitual es que todos salen
perdiendo.
Es necesario recordar que la relación de pareja es una
relación entre iguales, nadie está por
encima del otro, no funciona tratar de mandar a tu pareja lo que tiene que
hacer. Empeoras la discusión.
Y ahora llega el
punto más importante para discutir bien: Habla de tí. Expresa lo que opinas,
percibes, sientes…siempre hablando de ti: “yo pienso que…, tengo la impresión
de que …, te percibo, te veo muy…”, como si todas las frases empezasen por yo,
expresando lo que sientes y opinas, sin juzgar, criticar al otro, sin utilizar
el” tú”: “Es que haces las cosas de una manera…, no piensas en lo que dices…,
siempre estás con lo mismo, eres un@....Cuando añadimos “siempre, nunca, todos,
eres…” todavía es peor. Empieza una pequeña batalla con lanzamientos de dardos
verbales de uno a otro, del que es difícil salir.
Ser asertivo es hablar desde uno mismo teniendo en cuenta al
otro, sin perder nuestro centro.
Cuando hablo desde mí
mismo, desde lo que siento, opino, percibo, ….es mucho más fácil escuchar y es
más informativo. Ya no recibo una imposición ni una crítica de lo que hago por
parte de la otra persona, sino que me siento respetad@ e informad@ sobre lo que
opina y siente. Así es más fácil aceptar que puede ser válida por lo menos una
parte de su opinión.
Y podemos llegar con facilidad a un acuerdo.
Como me dijo otro buen amigo: “Estamos juntos en esto”.
Marta Vidal, psicóloga, Valencia