Tenemos
un lugar. A veces nos quedamos entre
bambalinas observando pasar nuestra vida sin implicarnos en ella.
Pero
si nos implicamos, en un sentido mas amplio de la vida, a veces
somos protagonistas, otras actores secundarios y también extras. No
siempre estamos en la posición que nos gustaría estar. Algunos días
nos levantamos sintiéndonos protagonistas y nadie nos ve, pasamos
totalmente desapercibidos, y otros días nos sentimos demasiado
observados y nos gustaría ser sólo extras.
En
cualquier caso tenemos un lugar en la vida. Como decía Teresa de
Calcuta, quizás sólo seamos una gota en el océano , pero si no
estuviese, faltaría.
Y
como actores, tenemos unos papeles o máscaras.
Somos hijos y somos padres, somos arquitectos, carpinteros, o
comerciales; somos victimas y salvadores; somos fuertes, débiles,
habladores y callados. Somos los papeles que trajimos a este mundo,
los que nos han dado cuando eramos niños nuestros padres y también
los que nosotros mismos hemos aprendido. Muchas veces no nos damos
cuenta de que es sólo un papel, que lo podemos soltar y seguir
siendo nosotros. Nos perdemos en los demás, complaciendo a los que
nos rodean y luego no nos encontramos. Somos más que los papeles que
representamos.
Y
los actores siguen guiones. Podemos reconocer un guion porque es
una situación que “siempre acaba igual”, o tienes la sensación
de haberlo vivido ya, “siempre es lo mismo”. No suele tener
preguntas, y el otro siempre responde igual. Y si nos damos cuenta de
que estamos implicados en un guion, podemos cambiarlo si queremos.
Basta con preguntar algo o dejar de responder como siempre.
En
el teatro de la vida también podemos ser guionistas.
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