La
Psicología Positiva trabaja con el reconocimiento de los
estados de bienestar que sustituyen al malestar.
¿Qué
es el amor? ¿Es complacer a la persona que amas? ¿Recibir
atención?¿Es obediencia? ¿Es darte a los demás?¿Es darse lo que
uno necesita? ¿Es enamorarse y vivir ilusionado?...
Cuánto
más tratamos de concretar qué es el amor, más opiniones diferentes
encontramos.
Somos
diferentes y el amor lo percibimos de diferente manera:
Las
personas más visuales se sienten queridas cuando les hacen un
regalo bonito, con una bonita presentación, una bonita cena para dos
con una mesa muy arreglada, por ejemplo.
Las
personas más auditivas se sienten queridas cuando les dicen
cosas bonitas: “Te quiero”, “Me gusta estar contigo”, “Eres
una gran persona”.
Y
las personas más cinestésicas dirán: “A mi déjate de
palabras o regalos y dame un buen abrazo”.
Percibimos
con los 3 sentidos, pero suele dominar alguno. También dependiendo
del momento.
Erich
Fromm, uno de los primeros psicólogos humanistas, en el libro “El
arte de amar”reconoce el amor como un arte que es necesario
aprender, una actitud, una actividad, un poder del alma. “El
que ama se transforma constantemente....es más él mismo.”
Opina
que el amor “no es esencialmente una relación con una persona
especifica.”
Según
Fromm, el problema principal con el amor es que se busca sobre todo
ser amado y no se busca amar y desarrollar esa capacidad.
El
segundo problema es pensar que es sencillo amar y que lo difícil es
encontrar a la persona apropiada para amar o ser amado por ella.
Y
el tercer error que nos hace suponer que no hay nada que aprender
sobre el amor, es confundir la experiencia inicial de enamorarse con
la situación de permanecer enamorado.
Enamorarse
es sentir una atracción por una persona que presenta unas
características que no solemos encontrar en
nosotros aunque estén. Al cabo de 1 año y medio o dos, este “amor
ciego”, que no ve los defectos en el otro, finaliza y empezamos a
ver la persona real, la que tiene también otras características que
no nos gustan.
En
ese momento empieza la fase de aprender a amar a la persona en su
totalidad, no sólo por lo que nos gusta.
Yo
creo que el amor más sano que podemos ofrecer a una persona es
reconocerle tal y como es en cada momento, poner interés sin dar
nada por supuesto. Mirarle, escucharle, sentir, y poder decirle:
“Eres tú”.
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