El sueño es más profundo cuando estás relajado
Puedes ducharte de verdad o puedes imaginártelo:
“Estás
en una gran ducha, tan grande que no necesitas ni moverte del sitio
para que te cubra enter@.
Cuando
abres el grifo el agua cae con suavidad sobre tu cabeza. Es cálida.
Te quedas un poco ahí sintiéndola... está a la temperatura
perfecta para tí.
Puedes
sentir cómo empieza a barrer todas esas cargas que te has traído a
casa sin darte cuenta. Recuerdos de cosas que has hecho durante el
día, pensamientos, preocupaciones van siendo arrastradas por el agua
hacia el suelo. No los necesitas de momento, mañana será otro día.
Visualizas
que el agua va limpiando tu cabeza de tensiones y dolores, y
resbalando por tu cuello, llega a los hombros y sigue camino.
Limpia
los hombros de preocupaciones y responsabilidades, recorre los
brazos, los libera de tensiones, y gotea hacia el suelo desde la
punta de los dedos. Todo lo que ya no necesitas se va por el desagüe.
Puedes
sentir la calidez del agua en tu torso, por el pecho y por la
espalda, y cómo se van relajando. A medida que se marchan las
tensiones sientes que tu respiración está más libre y amplia.
Quizás hasta surge un bostezo todavía dentro de la ducha.
El
agua baja cada vez más limpia, la mente más clara, las emociones
que también las dejamos marchar, los músculos están más
relajados. Por caderas y piernas se escurren las últimas tensiones
hacia el suelo y el desagüe...
Puedes
ver ya tus pies limpios. Puedes cerrar el grifo.
Sientes
tu apoyo en el suelo, esa ducha limpiadora se ha llevado casi todo lo
que sobraba. Sientes la diferencia.
Tu
respiración también colabora tomando aire limpio que reparte por
todas las células de tu cuerpo. Y se lleva todo lo que no sirve
hacia fuera.”
Quizás
puedes sentir el cosquilleo en tu cuerpo libre de tensiones, más
ligereza y a la vez también su peso. Eres más consciente del
cansancio del final del día. Ahora es más fácil dormir.
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