“La
muerte no es nada. Yo sólo me he ido a la
habitación
de al lado. Yo soy yo, tú eres tú.
Lo
que éramos el uno para el otro,
lo
seguimos siendo.
Llámame
por el nombre que me has llamado
siempre,
háblame como siempre lo has hecho.
No
lo hagas con un tono diferente,
de
manera solemne o triste.
Sigue
riéndote de lo que nos hacía reír juntos.
Que
se pronuncie mi nombre en casa
como
siempre lo ha sido, sin énfasis ninguno,
sin
rastro de sombra.
La
vida es lo que es, lo que siempre ha sido.
El
hilo no está cortado.
¿Por
qué estaría yo fuera de tu mente,
simplemente
porque estoy fuera de tu vista?
Te
espero...No estoy lejos, justo del
otro
lado del camino...Ves, todo va bien.
Volverás
a encontrar mi corazón.
Volverás
a encontrar mi ternura acentuada.
Enjuaga
tus lágrimas y no llores si me amas.”
S.
Agustín
Marta
Vidal Ginestal, psicóloga Valencia
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