La
zona de confort es esa que llamamos “estar bien”:
-”¿Cómo
estás?”
-”Bien,
como siempre, me he acostumbrado...”
-”¿Cómo
estás?”
-”Bueno,
no estoy mal, no estoy..., no....”
-”¿Cómo
estás? Intenta esta vez hacer frases que dejen fuera el “no”.
-”¡No
me duele nada, no tengo dolor!”
Estaba
tan acostumbrada al dolor que ya no se daba cuenta de que en ciertos
momentos no lo tenía. Se había desensibilizado y ya no se enteraba.
La
zona de confort es aquella que llamamos “estar bien”.
Hay
tantos estímulos en la vida que, ante la imposibilidad de manejarse
con todo, hacemos una selección en nuestra vida diaria. La capacidad
de habituación nos hace prestar más atención a lo nuevo y nos
“acostumbramos” a lo más frecuente y dejamos de atenderlo.
El
proceso del cambio
Cuando
aprendemos a conducir ponemos mucha atención, pero a los pocos meses
lo llevamos al inconsciente, y no necesitamos prestar tanta atención
a cómo lo hacemos. Hemos puesto el piloto automático. Nos sentimos
cómodos conduciendo.
¿Qué
pasa cuando tenemos que alquilar un coche que es bastante diferente
al nuestro? Necesitamos volver a poner atención al conducir, como al
principio, pero enseguida volvemos a acostumbrarnos.
Esto
mismo ocurre cuando salimos, o nos sacan, de nuestra zona de confort.
Y
lo llamamos “estar mal”. Traducido a la realidad es estar
incómodos, sentirnos raros, porque son sensaciones y estados poco
habituales en nosotros.
Para
cambiar una conducta es necesario tomar consciencia de cómo la
hacemos, “quitar el piloto automático”, y corregirla. De forma
general también es necesario tener en cuenta la presuposición de la
P.N.L. : “Todas las conductas tienen una intención positiva”, y
conservarla en la conducta nueva.
Al
principio de cambiarla nos sentiremos posiblemente incómodos, raros,
es decir, sintiéndonos diferentes, con algo nuevo que puede ser
hasta sanador. Más tarde lo integraremos y nos encontraremos en una
zona de confort diferente y que funciona mejor.
Estamos
en un momento que sentimos muy surrealista.
Estamos
incómodos y raros, porque nos han sacado de nuestra zona de confort
al ponernos tantos límites. Una situación que sólo imaginábamos
en las películas de ciencia ficción. Y nos sentimos fuera de la
realidad y con mucha incertidumbre.
También
a esto nos podemos acostumbrar.
Cómo
llegar antes a la nueva zona de confort
El
camino es vivir la experiencia real, no la idea que tienes de cómo
es o ha de ser.
¿Disfrutas?
¿No? Pues cuestiónate los pensamientos que te vienen y atrévete a
sentir algo diferente, raro. Atrévete a vivir las experiencias sin
juzgarlas por adelantado o por cómo las vivías antes.
Si
vivías a 100 por hora, vas a sentir bajón.
Si
te valorabas sólo por tu trabajo y te toca quedarte en casa, vas a
sentir bajón.
Si
eras una de esas personas que se valoraba por ser muy extrovertida y
social, vas a sentir bajón.
Si
eras una persona que tenía miedo a quedarse sola, ¿que vas a sentir
cuando vivas la experiencia real?
Generalmente
los miedos se calman cuando uno vive la experiencia real, suele ser
mucho mejor que lo imaginado.
Y
en cuanto al bajón que nos da parar la velocidad que llevábamos, se
trata de aceptarlo. En lugar de pensar que estamos “mal”
(recuerda que “bien” es lo de antes, ir a toda velocidad haciendo
muchas cosas), podemos preguntarnos: ¿Cómo estoy, cómo es esta
experiencia, qué puedo hacer en esta situación nueva, que puedo
aprender nuevo?
Si
nos quedamos quejándonos y rechazando el bajón, nos metemos en
depresión. En cambio, si lo aceptamos, vamos a conectar con la
creatividad, aprenderemos a relajarnos y valorar el descanso, podemos
escribir un diario, pintar o cantar. Tenemos un montón de tutoriales
en internet para aprender cosas nuevas, incluido relajarnos.
Puede
que descubras que si no te gustaba ir a comprar, ahora lo disfrutas.
Puede
que aprendas a hacer tonterías, a perder el tiempo, (algo que no te
permiten las prisas y la ansiedad) y a la vez lo estarás ganando.
Puede
que te des permiso para ser también diferente, para cambiar los
muebles de sitio y hacer cosas que nunca habías pensado que harías
algún día.
Posiblemente
empezarás a conocerte más profundamente y darte cuenta de que
tenías una idea muy limitada de ti misma. Te vas a gustar más.
Salir de la zona de confort nos ayudará a flexibilizar, creativizar y crecer como personas.
ResponderEliminarBuen post!
Pásate por mi blog de psicología:
https://informacionpsicologiaclinica.blogspot.com/