El
periodo de adolescencia es universal. Se parece más un
adolescente a otro de la otra parte del mundo que a sus padres. El
proceso de la adolescencia es instintivo y necesario para convertirse
en adulto.
Hay
un dicho hindú que dice algo así:
“Cuando
nace un niño, es un rey (los padres son “esclavos “ de sus
necesidades), desde los 5 hasta los 15 años es un esclavo (aprende
a obedecer a los padres para sobrevivir),
y
a partir de los 15 años es un amigo.”(se convierte en un adulto
como los padres).
El
hecho es que nos sacan de nuestras casillas, de nuestra zona de
confort, y cuesta aceptarlo. Es una etapa que es sobretodo
incómoda porque tiene muchos cambios que afectan a todo el sistema
familiar.
La
adolescencia comienza con una oposición a casi todo lo que decimos o
hacemos los padres. Están diciendo: “Yo soy yo porque
soy diferente a vosotros”. Están en la búsqueda de una identidad
propia y lo hacen mirando a los padres y haciendo algo diferente,
muchas veces lo opuesto. Así que, aunque no lo parezca, van a estar
muy atentos a lo que hagamos los padres para llevarnos la contraria,
nos necesitan de guía.
Otra
cosa que notaremos es que rechazan al progenitor del sexo opuesto,
se distancian. Se acercan al padre
o la madre de su mismo sexo y le toman de modelo. Y esa
relación es buena, aunque sea para discutir. Sigue queriéndote,
progenitor rechazado, lo que pasa es que necesita alejarse de tí
para buscar el cariño en una pareja fuera de la familia. Más
adelante volverán a acercarse, así que lo mejor es respetar esa
distancia, facilitar su acercamiento a nuestra pareja, y relajarnos.
Tampoco
se trata de que salgan ganando de las discusiones y que hagan lo que
les de la gana. Necesitan más que nunca que les recordemos las
normas, ya no tanto en plan “yo mando sobre ti” sino más bien
como las reglas que hay en toda comunidad para regular que haya una
convivencia sana.
¿Las
van a discutir? Seguro. Y aquí hay que acordarse de que el
sistema democrático es el que mejor funciona en las familias: Los
padres piden opinión a los hijos, les escuchan y deciden en función
del beneficio de todo el grupo.
¿Los
hijos se enfadarán si no se les da la razón? Es posible, pero en 5
minutos se les ha pasado. Y esos enfados y discusiones les ayudan a
sentirse diferentes a los padres, centrados en ellos mismos y
encontrar los límites.
También
necesitan hablar de ellos mismos. Preguntémosles su opinión sobre
las cosas, lo que quieren hacer, qué les gusta, tratemos de mantener
el diálogo con ellos. Va a ser mas fácil si nos acordamos de
tratarles como iguales y no les decimos “lo que deben, tienen o hay
que hacer”.
En
la adolescencia se pasa de una relación jerárquica en la que mandan
los padres a una entre iguales, igual de adulto, y autónomo.
La
adolescencia es un periodo para soltar las dependencias de los
padres, volverse al mundo, y con miedos al principio, normal,
aprender a funcionar como un adulto.
A
partir de ahora les corresponde asumir la responsabilidad de su vida
y su futuro. Ellos necesitan que confiemos en que podrán
hacerlo. Y nosotros necesitamos confiar en ellos para poder estar más
tranquilos. Necesitan experimentar por sí mismos, equivocarse y
corregir, ser considerados como adultos aunque lo sean sólo un
poquito.
Es
el periodo de mayor desarrollo neuronal de una persona. También a
nivel emocional, las hormonas y los cambios físicos están
influyendo mucho. Hay un cambio de imagen y una búsqueda de a qué
grupo pertenezco yo ahora: Y pueden apuntarse a una tribu urbana.
Tranquilos, generalmente la sueltan al hacerse adultos.
La
última fase de la adolescencia, el paso a hacerse adulto conlleva el
reconocimiento de las propias capacidades y autonomía, y un proyecto
propio de futuro. Consiste en reconocer los propios gustos, lo
que se necesita y lo que se quiere. La conciencia de que uno elige en
cada momento sin tener que ser necesariamente por igualdad ni
oposición a los demás. Se reconoce, respeta y se centra.
En
esta sociedad rechazamos el enfado, las discusiones, ser diferente,
estar solo, rebelarse, ¡tantas cosas imprescindibles para el
adolescente! Y me han venido personas que todavía de adultos se
sienten culpables por haber sido adolescentes, por “haber hecho
pasárselo mal a los padres”. Hay personas que se sienten malos por
haber sido desobedientes en la adolescencia.
Cuando
no se vive la adolescencia plenamente, podemos encontrar en los
adultos:
-falta
de reconocimiento de si mismo, falta de identidad propia,
-dependencia
emocional y perderse en la relación de pareja sin reconocerse como
alguien diferente,
-oposición
permanente, una personalidad boicoteadora hacia lo que hacen los
demás, ni hacen ni dejan hacer,
-luchas
de poder y un trato autoritario en relaciones entre iguales como las
de pareja, de amistad y entre compañeros de trabajo,
-Búsqueda
de los demás como guía en la vida, y falta de apoyo en uno mismo y
autoestima.
¿Qué
puede facilitar la adolescencia?
Haber
recibido una educación consciente de que el objetivo principal no es
estudiar esto o lo otro o “ser de mayor” algo. Uno ya “es
alguien” desde el momento en el que nace. Si los padres van
reconociendo en cada edad y situación las capacidades del niño y le
van pasando las responsabilidades que le corresponden; si los padres
le reconocen como ser humano, y le enseñan a valorar lo que piensan,
hacen, sienten; si le dan protección pero no en exceso y van
valorando su autonomía, llegará a la adolescencia con un buen
bagaje. Y esta etapa pasará con bastante más suavidad.
He
querido en este artículo explicar esos aspectos que no se suelen
encontrar en los libros sobre adolescentes. Entender la adolescencia
me ha dado tranquilidad, la tranquilidad de que muchas de las cosas
que me pasaban con mis hijos se debían a que eso es lo que
corresponde al momento, que no lo estaba haciendo tan mal y soltar
bastante culpa. Me ha permitido ver la adolescencia como una etapa de
aventuras y experiencias nuevas para ellos y soltar el exceso de
protección. Y aprender con ellos.
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