¿Por
qué algunas relaciones no funcionan?
El
amor es esa energía que nos une a unas personas con otras. Y hay
diferentes formas de amar.
El
amor entre padres e hijos, es una relación con una jerarquía,
en la que los padres mandan a los hijos, les dirigen para que se
hagan adultos capaces de dirigir a su vez sus vidas.
Es
amor incondicional, es un amor que da la vida. Los hijos lo
expresaran hacia sus propios hijos. Esta forma de relación no es
reversible. Lo que los padres hacen por los hijos, estos no
pueden devolverlo de la misma manera.
El
amor en la pareja, es una relación entre iguales, un amor que
es necesariamente condicional y reversible. Va en ambas
direcciones, los dos dan y los dos reciben por igual.
Los
problemas más básicos en las relaciones de pareja surgen cuando
pretendemos llevar el amor que hemos recibido cuando eramos niños a
una relación de pareja. O dicho de otra manera, pretendemos tener
el mismo tipo de relación con nuestra pareja que la que teníamos
con nuestros padres.
Hacemos
demandas a nuestra pareja que carecen de sentido y son imposibles de
complacer por la sencilla razón de no son nuestros padres y ya somos
adultos. Así que tratamos de cambiar la forma de la pareja porque no
es como tendría que ser.
Cuando
alguien se empareja buscando que el otro le haga de padre o madre, se
queda pegado a esa persona como si fuera niño. Quiere que esté ahí
siempre disponible como si fuera imprescindible todavía para vivir.
Necesita
“saber que esta ahí”, ”que tiene alguien ahí” , disponible
permanentemente para cuando lo necesite, para no sentirse solo, y
reconoce, con vergüenza, que le da igual que sea la pareja que tiene
en ese momento u otra persona.
Así
surge ese amor que dice “sin ti no puedo vivir”, “sin ti me
muero”, que puede ser cierto en un niño y que es falso en un
adulto.
No
se está amando a una persona, sino a la posición que ocupa esa
persona, siempre disponible para nosotros.
Una
vez está ahí esa persona, hay que impedir que se marche, claro, así
que es necesario tener un control bastante estricto sobre lo que hace
en cada momento. Y se intenta mandar al otro, es una relación
jerárquica y por tanto donde unos mandan a otros.
El
que ocupa el papel de hijo se siente libre, sin pareja y con la
necesidad de tenerla, así que es muy probable que la busque. En
cualquier caso, va a hacer su vida al margen de la otra persona,
simplemente asegurándose que sigue ahí.
Suele
ser bastante complicado porque a veces esos papeles son bastante
fijos pero otras muchas la pareja los baila y a ratos hace de padre o
madre y otras de hijo. Y trata de cambiar a la otra persona porque
parece que ese es el problema. Está uno
tan metido ahí que no ve bien lo que pasa, no sabe tomar distancia.
Y
llegan a sentirse ambas partes de la pareja tan agobiados con esa
relación disfuncional, que necesitan apartarse uno de otro, a ningún
adulto le gusta que le manden. Surge la rabia, que ayuda a poner
limites y decir “basta ya”, pero puede intensificarse y, mal
utilizada, puede convertirse en agresividad y llegar a la violencia
por ambas partes. Hay desorden y caos en el amor.
¿Qué
salida hay? La relación de
pareja tiene dos condiciones básicas, que sea una relación
entre iguales y que haya un proyecto de vida en común.
Dialogar
con la pareja y reconocer lo que hay y lo que es, la realidad, soltar
los ideales y lo que creemos que ha de ser.
No
hay buenos ni malos, tan disfuncional es uno como el otro si los dos
se mantienen ahí.
Igualar
las culpas, son al 50% . Tan culpable es el que actúa como el que lo
permite o no lo hace cuando corresponde.
Mirar
lo que pasa, nuestro papel, cuándo está una persona haciendo de
padre, madre o hijo.
Respetar
al otro y dejar de mandar y de buscar que le manden.
Colaborar
en las tareas de casa y con los hijos.
Está
de moda “dejarse guiar por el corazón”. Cuidado, no es así en
la realidad. Tanto la mente, como la emoción y el cuerpo tienen algo
que decir a través de pensamiento, emociones y sensaciones. Lo ideal
es buscar el equilibrio entre las tres partes y estar más centrado y
estable.
Darse
cuenta de que no está solo el que está sin pareja. Está en una
sociedad que le puede dar muchos apoyos que está exigiendo a su
pareja y que puede ser excesivo.
Las
preferencias de niño pueden no coincidir con lo que puede beneficiar
de adulto. Es necesario salir de lo que gusta y no gusta, puede
resultar engañoso.
Construir
un plan de futuro en común, si es posible. Si no lo es, empecemos a
pensar en cambiar de pareja.
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