En
un mundo donde los conocimientos se van multiplicando cada año, las
habilidades sociales y la capacidad de trabajar en equipo están
consideradas en uno de los primeros lugares a la hora de optar a un
trabajo.
La
asertividad es una de las principales habilidades sociales.
Asertividad
es la capacidad de expresar la opinión de una forma firme.
Está
asociada con la madurez de una persona.
Es
una forma de comunicación directa, sin intentos de manipulación del
otro. No se busca complacer ni hay una segunda intención detrás. Es
una comunicación de algo real, recordando que la experiencia de la
realidad puede ser diferente para distintas personas.
Es
concreta, expresando las ideas propias y los hechos sin luchas de
poder, sin competir.
Es
clara porque hay una comprensión de la situación sobre la que se
opina.
Permite
defender los propios derechos sin que se den por ofendidos o
agredidos los demás, porque mantiene un respeto en todo momento
hacia uno mismo y hacia los demás.
No
hay que confundir la asertividad con la “sinceridad tonta”, que
llama “ser sincero” a la crítica agresiva hacia otras personas.
La
asertividad está considerada una forma de comunicación que se sitúa
entre dos conductas opuestas:
-la
pasividad, en la que cedemos, somos sumisos y permitimos que otra
persona decida por nosotros.
-y
la agresividad, en la que tratamos de imponernos sobre el otro.
La
asertividad permite:
-Expresar
las ideas, emociones y sensaciones.
-Cuestionarse,
preguntar y discrepar de los demás.
-Decir
“no” cuando así opinas.
-Una
comunicación sana, sincera y directa.
-Respetarse
a uno mismo y a los demás.
-Conocer
los limites en las diferentes relaciones.
-Disculparse
y pedir aclaraciones sin actitud sumisa.
-Actuar
en el momento y lugar oportuno.
Y
una buena asertividad requiere:
-Escucha
activa, la capacidad de escuchar a los demás sin estar suponiendo
que dirán o que diré, vaciando la mente y prestando plena atención.
-Contacto
ocular no desafiante, tranquilo.
-Un
lenguaje no verbal firme y relajado.
-Capacidad
de análisis de las situación.
-Conciencia
de las propias ideas, pensamientos, emociones y sensaciones.
-Coherencia
interna. Acostumbro a hacer lo que digo.
-Expresarse
desde lo que yo hago: “yo pienso”, “yo siento”, “yo veo”.
Cuando nos expresamos en segunda persona, desde el “tú” es fácil
entrar en lucha.
-Capacidad
para reconocer los errores propios y los recursos para corregirlos.
Ser asertivo no es tener razón necesariamente. Es no tener miedo a
equivocarse porque tengo los recursos que me permiten corregir y eso
me mantiene en calma. Soy capaz de cuestionarme.
-Empatía
para comprender las emociones que se mueven en un momento dado en una
situación.
-Respeto
a uno mismo y a los demás.
-Ecuanimidad
para poder expresarse sin que la emoción sea dominante, para poder
hacerlo con calma y una firmeza tranquila. Hay un fuerte apoyo en los
hechos, en la realidad.
Todas
estas capacidades se pueden entrenar y desarrollar con la práctica.
Muchas de ellas están relacionadas y unas permiten y facilitan el
desarrollo de las otras. Este entrenamiento es muy capacitador, y nos
permite adquirir un alto grado de autoestima y bienestar interno.
Cuando
mejoramos la relación con los demás también mejoramos la relación
con nosotros mismos, y eso nos permite resolver muchos de los
conflictos que podamos tener.
Y
recordad, por muy asertivos que seamos, hay ocasiones en las que la
mejor opción puede ser callar y esperar al momento oportuno.
Marta
Vidal Ginestal
wwwmartavidalpsicologa.com
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