El Blog de Psicología Alternativa

El Blog de Psicología Alternativa

miércoles, 18 de julio de 2018

MAS ALLÁ DEL BIEN O DEL MAL


Mas allá del bien y del mal hay todo un mundo por descubrir.
¿Quién está bien o mal al 100%? Todavía no conozco a nadie.
¿A qué llamamos bueno o malo? A lo que nos gusta o no nos gusta, a lo que hemos aprendido a rechazar o aceptar, a...hacer lo que los demás nos dicen y ser obedientes,...¿es bueno siempre? Los soldados de Hitler lo hacían.
La Programación Neurolinguistica, la P.N.L., trabaja con la relación que hay entre las palabras que utilizamos al hablar y la repercusión que tienen a nivel físico y emocional.
Cuando utilizamos “mal “ y “bien”, nos estamos limitando a dos opciones y hay todo un mundo de calificaciones que nos facilita la vida. Apenas tenemos adjetivos para el bienestar y un montón para el malestar.

En terapia a veces surge una palabra que parece que define a la persona, pero me pregunto: ¿tiene el mismo significado para todos los que estamos aquí? ¿de qué estamos hablando exactamente?
En caso de duda recurro al diccionario.
Me he encontrado significados que me han sorprendido agradablemente, como “amable” o “honrado” .
Amable significa “ser digno de ser amado”. Me di cuenta de que no significa ser complaciente y decir siempre al otro lo que quiere oír.
Es posible decir” no, gracias” amablemente y merecer seguir siendo amado. No es necesario estar enfadado para decir no. Ser amable es respetar al otro, tenerle en cuenta y darse uno derecho a ser querido por los demás.
Y la otra palabra que llamó mi atención fue “honrado”.
Ser honrado significa “ser coherente”. Hacer lo que se dice, por ejemplo. No puede haber engaño ni autoengaño. Ser honrado permite sentirse centrado y en paz con uno mismo, sin conflicto interno.

Sentirnos malos o buenos tiene mucha relación con lo que nuestros padres y otras generaciones anteriores han dado por bueno o malo.
Es necesario cuestionarse lo que uno se dice, el dialogo interno.
El otro día trabajando con una persona que se rechazaba porque se consideraba vaga, exploramos que significaba eso para ella, que función tenia esa actitud de “ser vaga”.
Toda conducta tiene una intención positiva detrás, pero en este caso encontramos todo un tesoro:
Soy vago--> no me esfuerzo-->comodidad-->seguridad-->confianza-->paz--> felicidad
Cuando esta persona se permite ser vaga ¡tiene acceso a todo eso además del descanso! Y teniéndolo accesible se trata de buscar también otros caminos para obtenerlo.

Las palabras nos dan acceso a diferentes significados y estados. Por ejemplo siento de forma diferente cuando me digo: “he conseguido” o “he aprendido”. O cuando digo “bien” o digo: cómodo, relajado, suelto,
hasta parece que la respiración se alarga.

Hay todo un mundo de palabras además del bien y el mal, que nos definen con mucha más precisión, nos dan mejor información de cómo somos y estamos. Nos permiten conocernos y conectar más con la verdad, con lo real, y vivir con mayor bienestar.

Marta Vidal Ginestal, psicóloga, Valencia



miércoles, 4 de julio de 2018

¿ACTÚAS O REACCIONAS?


¿Haces lo que haces porque así lo eliges o porque las circunstancias te obligan?
En el primer caso estas eligiendo, en el segundo simplemente reaccionas a las personas o circunstancias que están a tu alrededor. Y son ellas las están decidiendo lo que tu vas a hacer.

Basta que me digan que no puedo algo para que haga lo contrario”. Y así crees que eres más tú mismo, y tienes más la razón. Pero estás reaccionando en automático, te están dirigiendo las palabras y las acciones de los demás.
Todavía queda en ti parte de esa adolescencia que te hace pensar que oponiendote eres más tu.
Sí es verdad que te muestras diferente al otro, pero ser adulto es algo más. Es libertad.

Ser adulto es libertad para pensar, para recoger información, para darte permiso para opinar igual que el otro... , o no, para formarte una opinión propia, para tener tus propios objetivos o para apuntarte a un objetivo común. Libertad y autonomía para elegir.

¿Haces las cosas porque quieres o porque no te queda otro remedio, estas solo en casa, te viene una visita, la casa esta desordenada..., o “te da igual cómo esté”?
Realmente ¿te da igual cómo esté? ¿No sientes bienestar y alivio cuando está recogida, más o menos limpia y encuentras las cosas?

Te encuentras con alguien que está enfadad@ y te enfadas. Empatizas porque es de humanos sentir lo que el otro siente. Te dejas llevar por esa emoción y entras en lucha. ¿Quieres eso? A veces es necesario, y otras. ¿No prefieres reconocer que ese enfado es suyo, lo has tomado, y lo puedes soltar, dejárselo a quien le pertenece y mantener tu calma?
Es difícil, lo reconozco, pero se puede aprender a desempatizar de lo que no nos beneficia, de la misma manera que podemos aprender a empatizar si no lo hacíamos.
La Terapia Gestalt lo llama distancia emocional, y nos permite apartarnos o acercarnos más o menos según nos conviene a las emociones de los demás. Se puede ser muy frio emocionalmente o tan emocional que nos dirigen y nos envuelven en un caos.

Poder distanciarte de ciertos enfados y retos y poder acercarte a las risas y la alegría, es la libertad de ser adulto.

Vive, se protagonista de tu vida, elige y siente libertad, también, de poder equivocarte y corregir, pero libremente. Serán tus propios errores y será más fácil.

Marta Vidal Ginestal, psicóloga, Valencia

www.martavidalpsicologa.com
www.psicologavalenciamv.com

miércoles, 27 de junio de 2018

VIVIR EN POSITIVO


Vivir en positivo es vivir con frases que me hacen sentir bien, ya sea por su contenido, porque me valoran, porque son ciertas y expresan la realidad.
Me ayudan a confiar, apoyarme en mis pies y avanzar.

El dialogo interno existe. Hablar con uno mismo es natural.
Es una capacidad que desarrollan los niños hacia los 4 años e imprescindible para cierto tipo de razonamientos.
Lo que me digo influye mucho en mi estado de ánimo y en mi estado físico.

Mi diálogo interno me puede crear desde un ataque de ansiedad, cuando alimento un miedo, hasta un profundo estado de bienestar mediante una relajación profunda.

Cuando me digo: “No quiero pensar en un cocodrilo”, ¿qué imagen me viene?
¿Y cuando me digo: “Quiero comprarme un coche blanco”?
Aunque la primera frase lleva un “no” delante, en los dos casos estamos creando una imagen interna que nos condicionará.

Frase negativa: “No quiero estar nervios@”
Frase positiva: “Puedo estar relajad@”
¿Cuál de las dos me transmite una sensación de mayor bienestar?
Aunque parece que las dos transmiten el mismo mensaje, las palabras del segundo me conectan con experiencias de bienestar.

Las frases que más se acercan a la realidad dan tranquilidad.
No pasa nada” me digo, y no es verdad. Sí que pasa algo, sino no me la estaría diciendo. Hace efecto algunas veces porque después viene una explicación de la situación que estoy viviendo o de los recursos que dispongo.
Si me digo “estoy con miedo” o estoy enfadad@, lo que sea que estoy sintiendo, me centro y a partir de ahí puedo actuar ante la situación más fácilmente.
Cualquier frase que exprese la realidad del momento, centra y ayuda más.

Y como necesitamos suponer cosas hacia el futuro, busca, puestos a imaginar, lo que te hace sentir mejor.
Si se ha escapado tu perro puedes pensar que le han atropellado, que esta perdido por ahí, y cosas peores. O puedes pensar que le ha acogido una familia y esta jugando con niños.
Cuando necesito encontrarme con alguien y no me apetece, va a resultar mejor si me acerco con una actitud amistosa que me haga sentir bien. Por lo menos habré estado más a gusto en la reunión.

Vivir en positivo es reconocer lo que hay, mirar la realidad con mis propios ojos y aceptar que las piedras están duras y que la lluvia moja, y actuar en consecuencia.

Marta Vidal Ginestal, psicóloga, Valencia




miércoles, 13 de junio de 2018

EMOCIONES, EMOCIONES, EMOCIONES


Nos rodean, nos envuelven, toman el poder y perdemos la dirección, y hasta nuestra identidad, ¿quién soy?, ¿qué quiero? Toman el mando.
¿Quién no se ha metido en una discusión y ha llegado a un punto en el que ya no sabe ni de que discute?

Las emociones están interconectadas con el cuerpo y con la mente.
Demasiada emoción deja en segundo plano características más intelectuales como el paso del tiempo, y el objetivo que llevamos.
No tienen edad, no envejecen. Y son atemporales, el hemisferio derecho no tiene registro del paso del tiempo. Por eso a veces tenemos la sensación de que nunca vamos a dejar de llorar.
No podemos discriminarlas. Estamos más o menos cerrados emocionalmente, pero no podemos elegir cuáles queremos sentir. Lo más que puedes obtener es enterarte o no de lo que sientes y somatizarlas.
Y son absolutas, envuelven a todo el ser humano. Las alimentamos con nuestros pensamientos a menudo, hasta que nos desbordan. Y no nos damos cuenta de que lo hacemos.

La Terapia Gestalt resalta la importancia de dar expresión a las emociones para obtener un buen equilibrio energético.
La falta de expresión produce, por ejemplo, que si te aguantas el enfado acabas explotando, y si rechazas la tristeza, te vas a la ansiedad.

Las emociones, aunque está de moda clasificarlas, no las considero positivas ni negativas, ni están para gustarnos. Las emociones son la expresión de lo que sentimos. Y eso nos permite mantenernos sanos, como explico más adelante.
Las emociones es lo que nos relaciona con las demás personas, y nos permite regular la distancia emocional.
Tomar medicación , algo en ocasiones necesario, equilibra emocionalmente dejando planas las emociones. Con esto se elimina el malestar que no deseamos pero también el bienestar, por ejemplo, de las relaciones sexuales.
Cuando decimos que alguien es frío , nos referimos a alguien distante y que se relaciona poco con los demás.

¿Cómo rechazamos?
Cuando pregunto: “Un cuchillo ¿es bueno o malo?
Casi todos me responden: “Malo”
¿Y si lo maneja un cirujano?¿Y si estás haciendo la comida?

Que algo sea bueno o malo depende sobre todo del momento, de la situación, de quién lo maneja , de qué hace con él, de las creencias y de la intención.

Las emociones nos resultan agradables o desagradables en función del grado de rechazo que sentimos hacia ellas.
Cuando nos sentimos mal con alguna, lo que en realidad estamos sintiendo es nuestro rechazo hacia la emoción.
Cuando las aceptamos, sin juzgarlas, encontramos su función y su utilidad. Podemos recoger la información que nos dan y que las hace imprescindibles para nuestra supervivencia.
El bienestar de las emociones se obtiene reconociéndolas, sintiéndolas y aprendiendo a gestionarlas.
Eso sí, es necesario que aceptemos que la naturaleza de la emoción es llegar y marchar. Si las inmovilizamos con creencias como “he de estar siempre alegre” o luchando contra ellas como “he de ser fuerte y no llorar”, las bloqueamos. Eso sí que crea un problema.

Virginia Satir, una gran psicoterapeuta, definió la autoestima como “lo que sientes con lo que sientes”.
Cada vez que rechazamos lo que sentimos, estamos rechazando algo nuestro, parte de nuestra percepción sobre la situación que vivimos.
Cada vez que rechazamos lo que sentimos, estamos disminuyendo nuestra autoestima.
Cada vez que rechazamos lo que sentimos, estamos reduciendo nuestra percepción de la realidad.

Podemos reconocer, en función del tipo de situación, 3 tipos de emociones:

Emociones primarias, que están ligadas a la situación que estamos viviendo. Nos llegan espontáneamente, en el presente, y son las más sanas.
Por ejemplo cuando recibo una noticia que estaba deseando y siento alegría, o cuando me separo de alguien querido y siento tristeza.

Emociones secundarias o instrumentales, son emociones que utilizamos porque creemos que son las convenientes en una situación. Por ejemplo cuando estoy de bajón y utilizo el enfado y la rabia para sentirme más fuerte. O cuando creo que debo sonreír aunque esté cansada.

Emociones heredadas, por empatía del bebé con la madre y el padre, no suele ser una cuestión genética aunque haya una predisposición.
Las vivimos como sensaciones que “han estado siempre ahí”, como sentimientos más permanentes. Por ejemplo una tendencia a la melancolía o una expresión de decepción, incluso cierto tipo de ansiedad, con la respiración muy alta y que no suele ser reconocida por la persona que la tiene, pero que facilita los ataques de ansiedad y de pánico.

De estos tres tipos, las más sanas son las primarias.
Las secundarias es conveniente ir soltándolas para ir dejando lugar poco a poco a las primarias, es decir, ir dejando de imponernos unas emociones porque nos parecen más convenientes e ir permitiendo que emerjan las que están ligadas realmente a la situación. Por lo menos entérate de lo que sientes, luego ya gestionaras su expresión.
Y las emociones heredadas conviene reconocer a quién pertenecen, la situación que se las provocó, respetarlas y dejarlas con esa persona. Ni a ti ni a tu familiar le va a ayudar que las copies y las mantengas. Recuerda que las emociones tienen por naturaleza llegar y pasar, no quedarse fijas.

Es importante reconocer que las emociones no están para que nos gusten.

Las emociones, sobretodo cuando son primarias, nos dan información de la situación presente:
Alegría: expresa expansión , satisfacción.
Tristeza : viene asociada a perder algo o alguien importante. Puede ser una pareja, un ideal, un objetivo, un trabajo.
Enfado, rabia, frustración, celos, envidia, fastidio: hay un límite, es necesario poner, quitar o respetar y aceptarlo.
Miedo: me indica la relación entre el riesgo que presenta una situación y los recursos de que dispongo.
Vergüenza y culpa: surge cuando me he saltado una norma. Algo prohibido o criticado en casa, en mi familia de origen, o en la sociedad. Tiene mucho que ver con la forma de juzgar lo que hacemos, y dónde y cuándo sucede. Por ejemplo, hacer el payaso está muy bien considerado en un circo, en la televisión, en un hospital infantil, y hay familias en las que no se permite hacer tonterías. Cuando las hacen se van a sentir culpables. Es necesario dejar pasar esta culpa y seguir haciendo algo tan saludable como hacer tonterías.

¿Qué podemos hacer con las emociones para empezar a manejarnos?

Es conveniente empezar por reconocerlas y aceptarlas, y eso no implica que te tengan que gustar, sólo que están ahí, que las estás sintiendo.
Pueden surgir emociones opuestas, dos o más simultáneamente, cuando empezamos a explorar el mundo emocional. También pueden surgir cadenas de emociones que van apareciendo a medida que las reconoces.

Hay razones del corazón que la mente no entiende, por lo que es conveniente tratar de no juzgar. Y también es necesario aprender a expresar las emociones para poder entenderlas, es más fácil.
Las emociones a veces son muy ruidosas y cuesta escucharlas, por lo que conviene escribir. Escribir desde las emociones que estamos sintiendo equilibra el hemisferio derecho e izquierdo del cerebro y tranquiliza. Al acabar de vaciar la emoción en el papel, sentiremos alivio.
Si estás con agobio no releas. Si deseas conocer la emoción espera al día siguiente por lo menos.

Un estudio realizado por el American Journal of Gastroenterology, demostró que escribir durante media hora al día, cuatro días por semana, lo que se experimenta emocionalmente, mejora el intestino irritable y otros problemas abdominales. También se han obtenido resultados positivos con enfermedades crónicas, depresión, artritis reumatoide, dolor crónico, sida e hipertensión. Vale la pena.

Cuando la emoción es intensa, además de escribir, conviene hacer ejercicio físico. Caminar, pasear o correr, preferiblemente algún ejercicio que sincronices con tu estado de ánimo y te permita sentir como te relajas.
No se trata de olvidar y cerrar las emociones, sino de regularlas.
Y, como cada emoción tiene una respiración característica, si aprendes a calmar y centrar la respiración, conectaras con el presente y sentirás serenidad.

Marta Vidal Ginestal, psicóloga, valencia




jueves, 17 de mayo de 2018

POR QUÉ NO FUNCIONA ALGUNA RELACIÓN DE PAREJA



Una pareja, un compañero, un amigo.
Unos valores parecidos y ganas de disfrutar de la vida.
Un camino en común, un proyecto de vida construido entre los dos.

En Terapia de pareja, cuando viene una pareja con problemas y veo complicidad en ellos, casi seguro que esa relación va a poder seguir adelante, aunque haya habido infidelidad.
A veces es una mirada de reojo, saber si el otro está de acuerdo con lo que digo, con lo que opino. Complicidad significa “estamos juntos en esto” sea bueno o malo.

La complicidad refleja una relación de igualdad, ninguno se siente por encima del otro, ninguno hace de padre o hijo, ni se pone a mandar. Más que ayuda, hay colaboración y respeto por la autonomía del otro.

No funciona emparejarte con tu media naranja, con la persona que tiene aquello que tú crees no tener. Esa relación dura poquito, quizás el tiempo de enamorarte y desenamorarte.
Está en la naturaleza de todo ser humano la tendencia a completarse en uno mismo. Es necesario que, a lo largo del tiempo, se vayan produciendo reajustes en los que participen ambos. El camino de una relación sana es hacia dos personas completas, autónomas que comparten parte de su vida.

El amor incondicional es inadecuado en la relación de pareja. La disponibilidad permanente hacia la otra persona mata el deseo. Se desea lo que no se tiene.
La relación de los padres hacia hijos es de amor incondicional, y funciona. La disponibilidad permanente les da seguridad. No es reversible, los hijos no pueden dar lo mismo a sus padres, no pueden darles la vida.
Pero para que funcione una relación de pareja el amor ha de ser bidireccional, en igualdad de condiciones: los dos dan y los dos reciben el 50 %.
Y cuidado con dar demasiado porque el otro se puede sentir incapaz de dar tanto y puede suceder que se abandone a recibir. Más no siempre es mejor.

Poner a los suegros, suegras, padres y madres por delante no funciona. Comprobadísimo.
Es importante que tus padres acepten a tu pareja y también es necesario que la nueva relación y la familia que formes tenga prioridad.

No funciona tampoco hablar sin que te importe si el otro se ha enterado de lo que has dicho. De verdad, no funciona. Si quieres llegar a algún acuerdo y quieres que sepa lo que opinas de algo, asegúrate de que está escuchando. Pregúntale que has dicho. Te sorprenderás.
Si quieres dialogar en pareja con calidad necesitáis practicar la escucha activa: Consiste en escuchar al otro con la mente en blanco, sin suponer lo que va a decir o lo que voy a responder. Sólo atento a lo que dice.

No funciona hablar para acusar, reprochar y criticar. Se pondrá a la defensiva, se cerrará y no se enterara de nada. Cada frase que empieza por “Tú...” es como un dardo que lanzas y da pie a que el otro te lo devuelva.
Si quieres comunicarle algo a tu pareja, es más fácil, habla de ti. Empieza las frases por “Yo pienso...”, “Yo veo...”, “yo te oigo...”, si hablas de ti, de lo que necesitas, quieres, pides, opinas,...el otro puede escuchar sin sentirse agredido.
La calidad de la comunicación da un pronostico bastante acertado de si vais a poder resolver los problemas que traéis a terapia y continuar un camino de bienestar.

Las mentiras no funcionan y dan mucho trabajo. Necesitaras acordarte de ellas y resolver la pelea que se ha montado cuando te han descubierto.
Vivir con sinceridad es mas fácil. También se llama asertividad o ser capaz de expresar lo que sientes sin agresividad, con calma. Es la realidad. Una comunicación sincera y en el momento oportuno generalmente mejora la situación.
¡Cuidado con la critica disfrazada de sinceridad, esa no vale!.
Las palabras tienen valor si los hechos y tus acciones las acompañan. Busca la coherencia. Las palabras se las lleva el aire pero los hechos permanecen. Es más verdad lo que haces que lo que dices.

Una pareja para ser una relación de pareja, es necesario que tenga un proyecto de futuro en común. Si no hay, si no lográis crearlo, es muy posible que rompáis y volváis una y otra vez en ese intentar que funcione.
Es imprescindible un proyecto de futuro construido entre los dos para ser felices y comer perdices.

Marta Vidal Ginestal






sábado, 5 de mayo de 2018

¿QUÉ ES EL AMOR?


La Psicología Positiva trabaja con el reconocimiento de los estados de bienestar que sustituyen al malestar.

¿Qué es el amor? ¿Es complacer a la persona que amas? ¿Recibir atención?¿Es obediencia? ¿Es darte a los demás?¿Es darse lo que uno necesita? ¿Es enamorarse y vivir ilusionado?...
Cuánto más tratamos de concretar qué es el amor, más opiniones diferentes encontramos.
Somos diferentes y el amor lo percibimos de diferente manera:

Las personas más visuales se sienten queridas cuando les hacen un regalo bonito, con una bonita presentación, una bonita cena para dos con una mesa muy arreglada, por ejemplo.

Las personas más auditivas se sienten queridas cuando les dicen cosas bonitas: “Te quiero”, “Me gusta estar contigo”, “Eres una gran persona”.

Y las personas más cinestésicas dirán: “A mi déjate de palabras o regalos y dame un buen abrazo”.

Percibimos con los 3 sentidos, pero suele dominar alguno. También dependiendo del momento.

Erich Fromm, uno de los primeros psicólogos humanistas, en el libro “El arte de amar”reconoce el amor como un arte que es necesario aprender, una actitud, una actividad, un poder del alma. “El que ama se transforma constantemente....es más él mismo.”
Opina que el amor “no es esencialmente una relación con una persona especifica.”

Según Fromm, el problema principal con el amor es que se busca sobre todo ser amado y no se busca amar y desarrollar esa capacidad.
El segundo problema es pensar que es sencillo amar y que lo difícil es encontrar a la persona apropiada para amar o ser amado por ella.
Y el tercer error que nos hace suponer que no hay nada que aprender sobre el amor, es confundir la experiencia inicial de enamorarse con la situación de permanecer enamorado.

Enamorarse es sentir una atracción por una persona que presenta unas características que no solemos encontrar en nosotros aunque estén. Al cabo de 1 año y medio o dos, este “amor ciego”, que no ve los defectos en el otro, finaliza y empezamos a ver la persona real, la que tiene también otras características que no nos gustan.
En ese momento empieza la fase de aprender a amar a la persona en su totalidad, no sólo por lo que nos gusta.

Yo creo que el amor más sano que podemos ofrecer a una persona es reconocerle tal y como es en cada momento, poner interés sin dar nada por supuesto. Mirarle, escucharle, sentir, y poder decirle: “Eres tú”.






jueves, 19 de abril de 2018

QUÉ ES UN PROBLEMA



Todos tenemos problemas y tratamos de resolverlos, nos crean malestar, no los queremos, incluso vamos a terapia.
Pero… ¿qué es un problema?

Un problema es una dificultad para obtener algo que deseamos (a veces no somos conscientes de qué es).
En cualquier caso, hay algo en el presente que no queremos porque estamos deseando que sea de otra manera.
Es algo que consideramos que “está mal” y queremos que “esté bien”.

Es fácil comprobar esta definición: si aceptamos lo que hay en este momento, en el presente, desaparece el problema.

Es el camino que indican los grandes maestros de la humanidad y que nos resistimos a seguir: Reconocer y aceptar lo que hay.
Y he de reconocer que bastantes veces, cuando he hecho tope, cuando el camino ha desaparecido, aceptar y reconocer lo que hay me ha permitido conectar más profundamente con la realidad, he ganado claridad, mi actitud ha cambiado y las circunstancias también.

Pero como nos gusta luchar y conseguir por nosotros mismos las cosas, ¿qué podemos hacer para resolver con efectividad los problemas?

1.Formular con detalle el problema. Acostumbramos a afrontar sólo emocionalmente los problemas y eso hace que el 80% de las veces nos quedemos atascados.
Formular el problema con detalle es reconocer qué quiero obtener, cuándo, dónde, quienes están implicados, qué es necesario hacer y cómo,...concretar lo máximo posible con el máximo de detalles.
Una buena formulación del problema nos da la solución muchas veces.

2. Lluvia de ideas. Esta segunda parte es más emocional. Valen todo tipo de ideas, hasta las más locas. Pueden contener algún detalle del problema que no habíamos percibido y tenido en cuenta.

3.Seleccionar la mejor opción o combinación de ideas, teniendo en cuenta las consecuencias de cada una.

¿Y qué es lo que no nos va a ayudar a resolver los problemas?

  • Centrarnos en lo que no queremos, en la dificultad, sin tener en cuenta que estamos deseando algo, quizás algo intangible, como un ideal. Es necesario reconocer y saber si es viable. Si es un imposible, dejemoslo pasar, volvamos al presente a reconocer y aceptar lo que hay.
  • Luchar contra lo que no queremos como si eliminando eso bastase para nuestro bienestar. Cuando creamos un vacío en nuestro interior y no ponemos una alternativa en su lugar, tiende a volver lo que había.
  • A veces un problema es la solución para otro problema. Si tengo dificultad para conseguir la compañía de las personas, una agorafobia me lo puede resolver.
  • Pretender que nuestro objetivo parta de otra persona, que haga algo, que otra persona nos lo resuelva. Vamos a frustración directamente. Los objetivos han de partir de uno mismo. Y lo que hacemos diferente puede provocar que otro actúe de una u otra manera.
  • Pretender resolver un problema que no está a nuestro alcance por la posición que ocupamos o que no nos pertenece. Necesitamos devolvérselo a la persona responsable de él (quizás a los padres o a un jefe) o buscar una posición desde la que tengas capacidad de actuar (quizás como abogado o mediador).
  • Un problema puede esconder un miedo. Miedo al éxito, a que me vayan bien las cosas, a estar contento aunque los demás no lo estén,... Necesitamos conocer que miedo es, ponerle nombre. Cuando evitamos un miedo lo único que conseguimos es que crezca.
“Es en los problemas donde se esconden las oportunidades”

Albert Einstein