Sí,
ya lo sé, es un tema que no deseamos nadie y por ello es
desconocido. Me asombra encontrarme con tanta gente que no sabe que
es algo normal tener determinadas emociones temporalmente revueltas
después de una perdida importante. Y me dicen: “tengo una
depresión”, e incluso hay médicos que recetan antidepresivos,
cuando la enfermedad está en no sentir las emociones que
corresponden a este periodo.
Cuando
sufrimos una perdida como la muerte de un ser querido, una
separación, la perdida de un trabajo o una discapacitación, los
hijos que se independizan, el incendio y perdida de nuestras
pertenencias,...hay un periodo que dura entre 6 meses y 2 años, que
es el tiempo que tarda en sanar la herida emocional de la perdida. Si
nos permitimos vivir el dolor, no se convertirá en sufrimiento ni se
cronificará.
¿Que
podemos hacer con el dolor? ¿Que podemos hacer para que sane y no se
convierta en sufrimiento, para que la herida que hay abierta se
cierre de una forma saludable y no se quede eternamente abierta?
Durante
el periodo de duelo conectamos con nuestras emociones mas básicas, y
con nuestros recuerdos mas remotos y es normal que recordemos
sensaciones, voces, imágenes relacionadas con la persona que marchó.
Hay
varias etapas que suelen sucederse aunque el orden pueden cambiar.
A
continuación de la perdida vamos a sentir una serie de emociones
básicas, mas conectadas con nuestra infancia que lo habitual. Se
suceden en una serie de etapas, aunque no tiene por qué ser en este
orden.
La
primera suele ser la de negación, negar la realidad como una forma
de lograr tiempo para ir aceptando lo que ha sucedido. Deriva de la
conmoción al recibir una noticia dolorosa y difícil de asimilar.
Sobre todo si ha sido una perdida repentina, sin previo aviso. Tiene
esta etapa una función protectora y hemos de respetarla, aunque no
alentarla.
Otra
etapa es la de la rabia. El enfado con la persona que se ha ido nos
permite seguir viviendo. Cuando alguien muere, también muere una
parte de nosotros: nuestras expectativas, ilusiones y planes de
futuro. Nos enfada que se haya ido, nos enfada perder lo que hemos
estado recibiendo de el o ella. Nos enfada que se haya ido y sentimos
rabia hasta de que nos hiciera felices con su alegría o bromas. El
enfado nos permite separarnos lo necesario para seguir viviendo el
tiempo que nos corresponde.
La
culpa es otra de las etapas. Surge de la sensación de impotencia
que sentimos ante la perdida Es una emoción que busca responsables
de que haya sucedido esa perdida, busca donde esta o estaba el poder
para haberlo evitado. Nos culpamos nosotros y culpamos a los demás.
Nos reprochamos lo que hemos hecho o lo que no hemos hecho.
La
tristeza es la emoción que mas fácilmente reconocemos o
justificamos en un duelo, pero no la aceptamos muy fácilmente.
Expresa el dolor de la separación, y si la evitamos o nos agarramos
a ella, el dolor se convierte en sufrimiento, que muchas veces se
hace permanente, que se puede cronificar.
La
tristeza esta considerada muchas veces una emoción negativa, pero os
puedo asegurar que llorar cuando sufrimos una perdida es mas sanador
y aliviador que “ser fuerte”, “no llorar”, tratar de
calmarse” y otras cosas que nos dicen.
Es
necesario dejar salir la tristeza pero sin agarrarnos a ella aunque
nos parezca la emoción mas adecuada. Lo que puede tener de negativo
cualquier emoción es retenerla, bloquearla, cuando la naturaleza de
las emociones es llegar y marchar. Quizás nos parece una falta de
fidelidad o lealtad a la persona que se ha marchado el dejar de estar
triste y volver a reir.
Es
necesario ir dejando pasar la tristeza, igual que el enfado o la
culpa. Con el tiempo podremos ir recordando no solo que hemos perdido
alguien o algo, sino también aquellos momentos de vida y alegría
que compartimos. Y aprendemos a separarnos de los seres queridos.
En
el proceso de duelo conectamos con el presente, el ahora, nuestras
emociones mas básicas, mas profundas, y de donde surge mucha
creatividad. ¡Cuantos pintores o cantantes han compuesto algunas de
sus mejores obras en momentos de perdida!. Es muy sanador
emocionalmente componer, pintar, escribir, expresar lo que sentimos,a
veces en soledad, a veces acompañados.
Aunque
nos pueden surgir miedos, y dudas, por los cambios que llegan a
nuestra vida, hemos de recordar que vivimos en sociedad, que tenemos
gente, amigos y familia que nos pueden acompañar en esos momentos
difíciles. Dejo para un próximo día contaros como se puede
acompañar a alguien que ha sufrido una perdida.