El Blog de Psicología Alternativa

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miércoles, 27 de diciembre de 2017

NO LO INTENTES MÁS

Hazlo o no lo hagas.
Intenta coger un bolígrafo de encima de la mesa.
Posiblemente lo has cogido o has seguido leyendo.

Intenta cogerlo solamente…¿lo has vuelto a coger?

Intentar, tratar de hacer, no es hacer, es sólo poner la energía y las ganas de hacerlo.
Y quema mucho, frustra quedarse “intentándo hacer algo”. Nos hace pensar que no podemos, o con el tiempo nos engañamos y creemos que lo hicimos y nos fue mal.

En EEUU las personas se identifican como “winners” (ganadores) cuando consiguen algo y “losers” (perdedores) cuando fallan.

Una amiga americana me escuchaba sorprendida cuando le contaba que aquí en España intentamos hacer las cosas hasta 3 veces. Si “a la tercera” no va la vencida, lo dejamos y pasamos a otra cosa. Quizás a otra forma de hacerlo.

Es nuestra cultura, es un dicho muy bueno, útil y sano.

Salvémoslo, que no se pierda.

martes, 19 de diciembre de 2017

CAPACIDAD, DISCAPACIDAD, INCAPACIDAD.

Todavía no conozco a nadie que no lo sea.
Desde que nacemos tenemos capacidades, discapacidades e incapacidades. Unas todavía por desarrollar, otras que disminuirán a medida que crecemos ( como la flexibilidad de cuando eramos bebé) y otras que no desarrollaremos nunca (como tocar el ukelele, por ejemplo).

Hay personas que tienen un hijo discapacitado y se deprimen de por vida y hay otras que, aun así, son felices. Unas piensan en lo que no pueden hacer sus hijos y las otras en lo que pueden, en lo que son.

Cuando me rompí un brazo, me operaron mal y no pude recuperar el movimiento completamente y, aunque parece algo tonto ahora, empecé a reflexionar sobre el tema. Uno percibe primero lo que ha perdido, lo que ya no tiene, lo que no puede hacer, pero ¿qué sentido tiene quedarse pensando y lamentando eso que ya no existe? ¿Y el vaso medio lleno? Así que mas tarde empecé a mirar lo que podía y no podía hacer, y hasta dónde llegaban los demás. No estaban tan flexibles como yo me había estado imaginando y había poca diferencia entre mis dos brazos.
Empecé a prestar más atención a los demás, a las distintas cualidades y grados de desarrollo que tenemos.

Nuestra constitución física y carácter, la cultura familiar y la social orientan qué capacidades desarrollamos y cuáles perdemos:
Un bebé a los 8 meses hace ya la selección de los sonidos de su idioma.
Si nacemos en una familia de bailarines probablemente bailaremos.
Y la cultura y costumbres son diferentes si vives en una ciudad o en el campo.

En el colegio nos medían la inteligencia como si lo fuera todo. Bueno, todavía siguen haciéndolo bastante. Y decidían que no podíamos estudiar una carrera que luego hacíamos. Estamos en una cultura que adora lo intelectual. Pero...

Howard Gardner ya en 1983 habló de que el Coeficiente intelectual no puede valorar el completo de las capacidades humanas. Desarrolló un estudio que fue completando y que reconoce 16 tipos de inteligencias:
lingüística-verbal, lógico-matemática,espacial-visual, corporal-kinestésica, musical-rítmica, social, interpersonal, intrapersonal, naturista, intuitiva, emocional, creativa, espiritual, existencial, práctica y moral-ética.
Conocí un a persona con un C.I. de más de 200 y era un caos emocionalmente. El C.I. sólo mide 3 de ellas.

Os propongo que echéis una mirada a esas 16 capacidades, o que recordéis si hay alguna actividad que dejasteis porque no os saliese bien, porque no gustaba a los demás o porque os hicisteis “mayores”. Quizás te dijeron que lo hacías mal. Puede ser música, dibujo, artesanía, estudiar, ...quizás bailar o aprender una canción. Prueba, para ti, para disfrutar. Es posible que ya no puedas dedicarte a ello profesionalmente, pero la posibilidad de disfrutar sigue estando ahí. Da igual si cometes errores, nadie te va poner nota. Atrévete, equivocarse es la única forma de aprender. Y la práctica te permitirá llegar a un nivel suficiente como para decirte: ¡No está nada mal!


sábado, 2 de diciembre de 2017

NI CONTIGO NI SIN TI

¿Por qué algunas relaciones no funcionan?
El amor es esa energía que nos une a unas personas con otras. Y hay diferentes formas de amar.

El amor entre padres e hijos, es una relación con una jerarquía, en la que los padres mandan a los hijos, les dirigen para que se hagan adultos capaces de dirigir a su vez sus vidas.
Es amor incondicional, es un amor que da la vida. Los hijos lo expresaran hacia sus propios hijos. Esta forma de relación no es reversible. Lo que los padres hacen por los hijos, estos no pueden devolverlo de la misma manera.

El amor en la pareja, es una relación entre iguales, un amor que es necesariamente condicional y reversible. Va en ambas direcciones, los dos dan y los dos reciben por igual.

Los problemas más básicos en las relaciones de pareja surgen cuando pretendemos llevar el amor que hemos recibido cuando eramos niños a una relación de pareja. O dicho de otra manera, pretendemos tener el mismo tipo de relación con nuestra pareja que la que teníamos con nuestros padres.

Hacemos demandas a nuestra pareja que carecen de sentido y son imposibles de complacer por la sencilla razón de no son nuestros padres y ya somos adultos. Así que tratamos de cambiar la forma de la pareja porque no es como tendría que ser.

Cuando alguien se empareja buscando que el otro le haga de padre o madre, se queda pegado a esa persona como si fuera niño. Quiere que esté ahí siempre disponible como si fuera imprescindible todavía para vivir.
Necesita “saber que esta ahí”, ”que tiene alguien ahí” , disponible permanentemente para cuando lo necesite, para no sentirse solo, y reconoce, con vergüenza, que le da igual que sea la pareja que tiene en ese momento u otra persona.

Así surge ese amor que dice “sin ti no puedo vivir”, “sin ti me muero”, que puede ser cierto en un niño y que es falso en un adulto.
No se está amando a una persona, sino a la posición que ocupa esa persona, siempre disponible para nosotros.

Una vez está ahí esa persona, hay que impedir que se marche, claro, así que es necesario tener un control bastante estricto sobre lo que hace en cada momento. Y se intenta mandar al otro, es una relación jerárquica y por tanto donde unos mandan a otros.
El que ocupa el papel de hijo se siente libre, sin pareja y con la necesidad de tenerla, así que es muy probable que la busque. En cualquier caso, va a hacer su vida al margen de la otra persona, simplemente asegurándose que sigue ahí.

Suele ser bastante complicado porque a veces esos papeles son bastante fijos pero otras muchas la pareja los baila y a ratos hace de padre o madre y otras de hijo. Y trata de cambiar a la otra persona porque parece que ese es el problema. Está uno tan metido ahí que no ve bien lo que pasa, no sabe tomar distancia.

Y llegan a sentirse ambas partes de la pareja tan agobiados con esa relación disfuncional, que necesitan apartarse uno de otro, a ningún adulto le gusta que le manden. Surge la rabia, que ayuda a poner limites y decir “basta ya”, pero puede intensificarse y, mal utilizada, puede convertirse en agresividad y llegar a la violencia por ambas partes. Hay desorden y caos en el amor.

¿Qué salida hay? La relación de pareja tiene dos condiciones básicas, que sea una relación entre iguales y que haya un proyecto de vida en común.

Dialogar con la pareja y reconocer lo que hay y lo que es, la realidad, soltar los ideales y lo que creemos que ha de ser.
No hay buenos ni malos, tan disfuncional es uno como el otro si los dos se mantienen ahí.
Igualar las culpas, son al 50% . Tan culpable es el que actúa como el que lo permite o no lo hace cuando corresponde.
Mirar lo que pasa, nuestro papel, cuándo está una persona haciendo de padre, madre o hijo.
Respetar al otro y dejar de mandar y de buscar que le manden.
Colaborar en las tareas de casa y con los hijos.
Está de moda “dejarse guiar por el corazón”. Cuidado, no es así en la realidad. Tanto la mente, como la emoción y el cuerpo tienen algo que decir a través de pensamiento, emociones y sensaciones. Lo ideal es buscar el equilibrio entre las tres partes y estar más centrado y estable.
Darse cuenta de que no está solo el que está sin pareja. Está en una sociedad que le puede dar muchos apoyos que está exigiendo a su pareja y que puede ser excesivo.
Las preferencias de niño pueden no coincidir con lo que puede beneficiar de adulto. Es necesario salir de lo que gusta y no gusta, puede resultar engañoso.
Construir un plan de futuro en común, si es posible. Si no lo es, empecemos a pensar en cambiar de pareja.


lunes, 20 de noviembre de 2017

¿DÓNDE PONES TU INTERÉS?

¿Qué te mueve?, ¿qué te interesa más, una persona que está tranquila y feliz o alguien que está con un problema y a quien crees que puedes ayudar?

¿Qué te aburre? ¿Qué evitas? ¿Eres capaz de estar simplemente mirando un paisaje?

Hace un tiempo atendí un niño que tenía unos 7 años. No le permitían aburrirse, así que como podéis imaginar, no paraba quieto.
No recuerdo qué le dije en un momento dado, y su respuesta fue “amenazarme” con aburrirse. De verdad, realmente sonaba a amenaza. “No me importa” le dije, y se paró sorprendido. Le acababa de dar “permiso” para estar quieto.

También acostumbraban a darle ordenes muy ambiguas como “Pórtate bien”. ¿Cómo se porta uno bien en una sesión con una psicóloga? Creo que ni los adultos los sabemos. Esperé a ver cómo reaccionaba, y vi que le entraba una enorme inquietud, todavía saltaba más por encima de los sofás. A la tercera vez que se lo dijeron se puso a gritar, no sabía cómo salir de ese conflicto. Necesitaba órdenes concretas como “siéntate un ratito”.

¿Qué nos motiva a movernos y qué nos motiva a quedarnos tranquilos y quietos?
¿Qué tolerancia tenemos con el movimiento de nuestros hijos y de su tranquilidad y seriedad ( sí, los niños cuando juegan, lo hacen en serio)?¿Y de la nuestra?

Los niños van a hacer lo que más llame nuestra atención y estamos en una cultura que sobre estimula y rechaza el aburrimiento. Mala mezcla.

Está poniéndose de moda la relajación y la meditación (o mindfulness).
El aburrimiento también funciona, porque reduce la cantidad de estímulos recibidos.

Los niños no son como los imaginamos y nosotros tampoco. Funcionamos desde las ideas y no nos conocemos demasiado. Miremos, escuchemos, sintamos.

¿Qué nos activa y qué nos desactiva? Si lo descubrimos, desaparecerán los ansiolíticos, los antidepresivos, los somníferos. Dormiremos, estaremos sanos, descansados y más felices.


Marta Vidal, psicóloga, Valencia

miércoles, 8 de noviembre de 2017

ATRÉVETE A SER COBARDE

Si quieres eliminar tu vértigo y sentirte mas centrad@ y equilibrad@, ¡atrévete a ser cobarde!.

Está muy valorado en esta sociedad reaccionar ante las dificultades saliendo hacia delante.
La gente dice “yo soy muy atrevido”, “siempre tiro para delante”, “cuando tengo una dificultad no me quedo parada”, “no conozco el miedo”, “soy valiente”... ¿Y dar un paso hacia atrás? Eso no, eso es ser cobarde.

Pues una noticia: Para poder manejarse con los miedos es necesario permitirse reaccionar hacia delante, detenerse y hacia atrás, y reconocerse en ellos.

El miedo es una emoción básica de supervivencia, universal. El miedo nos informa de la relación que hay, en un momento determinado, entre el riesgo que presenta una situación y los recursos de que disponemos.
A partir de estos datos actuamos afrontando la situación, deteniéndonos o retirándonos de ella. Por lo menos cuando somos conscientes de lo que hacemos.

¿Qué pasa cuando nos acercamos a un acantilado? Hay personas que sienten vértigo y otras no. A qué se debe la diferencia? Los que mas vértigo sienten, curiosamente, son los más “atrevidos”, los que se identifican con tirar hacia delante cuando sienten miedo, y ser valientes.
El problema es que no miden, es una reacción aprendida y llevada al inconsciente, y ante el acantilado sienten también el impulso de tirarse para delante. No reconocen ni valoran su capacidad de dar un paso a atrás.

Cuando dejamos de funcionar sólo desde la cabeza y estamos conectados con nuestros instintos, podemos medir con facilidad esa relación riesgos-recursos. Si hay una barandilla nos acercamos con tranquilidad y nos podemos asomar sin sentir el impulso de tirarnos hacia delante, porque nos permitimos también dar un paso atrás o permanecer en el sitio ante una situación de riesgo. Nos guía el instinto de supervivencia.

Parece una tontería, ¿para qué se va a acercar uno a un acantilado?. Pues es que están apareciendo vértigos hasta para bajar escaleras, incapacitantes para llevar una vida normal.


Dicen que “el que se retira de la batalla a tiempo puede volver a ella”. Ser cobarde también es ser previsor.

jueves, 2 de noviembre de 2017

POR QUÉ LOS ADOLESCENTES HACEN LO QUE HACEN

El periodo de adolescencia es universal. Se parece más un adolescente a otro de la otra parte del mundo que a sus padres. El proceso de la adolescencia es instintivo y necesario para convertirse en adulto.

Hay un dicho hindú que dice algo así:
Cuando nace un niño, es un rey (los padres son “esclavos “ de sus necesidades), desde los 5 hasta los 15 años es un esclavo (aprende a obedecer a los padres para sobrevivir),
y a partir de los 15 años es un amigo.”(se convierte en un adulto como los padres).

El hecho es que nos sacan de nuestras casillas, de nuestra zona de confort, y cuesta aceptarlo. Es una etapa que es sobretodo incómoda porque tiene muchos cambios que afectan a todo el sistema familiar.

La adolescencia comienza con una oposición a casi todo lo que decimos o hacemos los padres. Están diciendo: “Yo soy yo porque soy diferente a vosotros”. Están en la búsqueda de una identidad propia y lo hacen mirando a los padres y haciendo algo diferente, muchas veces lo opuesto. Así que, aunque no lo parezca, van a estar muy atentos a lo que hagamos los padres para llevarnos la contraria, nos necesitan de guía.
Otra cosa que notaremos es que rechazan al progenitor del sexo opuesto, se distancian. Se acercan al padre o la madre de su mismo sexo y le toman de modelo. Y esa relación es buena, aunque sea para discutir. Sigue queriéndote, progenitor rechazado, lo que pasa es que necesita alejarse de tí para buscar el cariño en una pareja fuera de la familia. Más adelante volverán a acercarse, así que lo mejor es respetar esa distancia, facilitar su acercamiento a nuestra pareja, y relajarnos.

Tampoco se trata de que salgan ganando de las discusiones y que hagan lo que les de la gana. Necesitan más que nunca que les recordemos las normas, ya no tanto en plan “yo mando sobre ti” sino más bien como las reglas que hay en toda comunidad para regular que haya una convivencia sana.
¿Las van a discutir? Seguro. Y aquí hay que acordarse de que el sistema democrático es el que mejor funciona en las familias: Los padres piden opinión a los hijos, les escuchan y deciden en función del beneficio de todo el grupo.
¿Los hijos se enfadarán si no se les da la razón? Es posible, pero en 5 minutos se les ha pasado. Y esos enfados y discusiones les ayudan a sentirse diferentes a los padres, centrados en ellos mismos y encontrar los límites.

También necesitan hablar de ellos mismos. Preguntémosles su opinión sobre las cosas, lo que quieren hacer, qué les gusta, tratemos de mantener el diálogo con ellos. Va a ser mas fácil si nos acordamos de tratarles como iguales y no les decimos “lo que deben, tienen o hay que hacer”.

En la adolescencia se pasa de una relación jerárquica en la que mandan los padres a una entre iguales, igual de adulto, y autónomo.

La adolescencia es un periodo para soltar las dependencias de los padres, volverse al mundo, y con miedos al principio, normal, aprender a funcionar como un adulto.
A partir de ahora les corresponde asumir la responsabilidad de su vida y su futuro. Ellos necesitan que confiemos en que podrán hacerlo. Y nosotros necesitamos confiar en ellos para poder estar más tranquilos. Necesitan experimentar por sí mismos, equivocarse y corregir, ser considerados como adultos aunque lo sean sólo un poquito.
Es el periodo de mayor desarrollo neuronal de una persona. También a nivel emocional, las hormonas y los cambios físicos están influyendo mucho. Hay un cambio de imagen y una búsqueda de a qué grupo pertenezco yo ahora: Y pueden apuntarse a una tribu urbana. Tranquilos, generalmente la sueltan al hacerse adultos.

La última fase de la adolescencia, el paso a hacerse adulto conlleva el reconocimiento de las propias capacidades y autonomía, y un proyecto propio de futuro. Consiste en reconocer los propios gustos, lo que se necesita y lo que se quiere. La conciencia de que uno elige en cada momento sin tener que ser necesariamente por igualdad ni oposición a los demás. Se reconoce, respeta y se centra.

En esta sociedad rechazamos el enfado, las discusiones, ser diferente, estar solo, rebelarse, ¡tantas cosas imprescindibles para el adolescente! Y me han venido personas que todavía de adultos se sienten culpables por haber sido adolescentes, por “haber hecho pasárselo mal a los padres”. Hay personas que se sienten malos por haber sido desobedientes en la adolescencia.


Cuando no se vive la adolescencia plenamente, podemos encontrar en los adultos:
-falta de reconocimiento de si mismo, falta de identidad propia,
-dependencia emocional y perderse en la relación de pareja sin reconocerse como alguien diferente,
-oposición permanente, una personalidad boicoteadora hacia lo que hacen los demás, ni hacen ni dejan hacer,
-luchas de poder y un trato autoritario en relaciones entre iguales como las de pareja, de amistad y entre compañeros de trabajo,
-Búsqueda de los demás como guía en la vida, y falta de apoyo en uno mismo y autoestima.

¿Qué puede facilitar la adolescencia?

Haber recibido una educación consciente de que el objetivo principal no es estudiar esto o lo otro o “ser de mayor” algo. Uno ya “es alguien” desde el momento en el que nace. Si los padres van reconociendo en cada edad y situación las capacidades del niño y le van pasando las responsabilidades que le corresponden; si los padres le reconocen como ser humano, y le enseñan a valorar lo que piensan, hacen, sienten; si le dan protección pero no en exceso y van valorando su autonomía, llegará a la adolescencia con un buen bagaje. Y esta etapa pasará con bastante más suavidad.

He querido en este artículo explicar esos aspectos que no se suelen encontrar en los libros sobre adolescentes. Entender la adolescencia me ha dado tranquilidad, la tranquilidad de que muchas de las cosas que me pasaban con mis hijos se debían a que eso es lo que corresponde al momento, que no lo estaba haciendo tan mal y soltar bastante culpa. Me ha permitido ver la adolescencia como una etapa de aventuras y experiencias nuevas para ellos y soltar el exceso de protección. Y aprender con ellos.


miércoles, 11 de octubre de 2017

CÓMO DISCUTIR CON TU PAREJA Y LLEGAR A BUEN TÉRMINO

Es imprescindible discutir con la pareja, tenemos diferentes opiniones y convivimos, es imposible evitarlo. Como me decía una amiga, es mejor tener cada día una crisis pequeñita que aguantarse y tener una grande. Quizás no saliese bien parada nuestra relación.

¿Cómo podemos discutir para que sea algo beneficioso para nuestra relación? Es posible haciéndolo de la siguiente manera:

Antes que nada, practica la escucha activa: Escucha a tu pareja sin estar pensando que le responderás, que voy a decir, o que me va a decir. Se trata de escuchar vaciando la cabeza de suposiciones, poniendo atención en lo que te dice. Te sorprenderá.

También es necesario saber que, entender o comprender a esa persona, no es aceptarla ni tener que creer lo que dice. Se trata de escuchar y reconocerla. Es su opinión, es necesario respetarla y dejarla con ella, no tomarla ya.
Y luego está el tema de quién tiene la razón. La razón no la tiene una sola persona, no es tuya o mía sino que puede ser de los dos.

 Cada persona viene de una cultura familiar diferente y ha tenido una experiencia de vida particular que le hace interpretar la vida a su manera. La realidad es una y la interpretación que hacemos de ella muy variada. Cada uno tiene su razón y su parte válida.

Se trata de escuchar al otro, tratar de entender lo que significa para él. No se trata de dejarse convencer ni de ceder absolutamente en lo que pensamos. Se trata más bien de acercarse un poco a su forma de pensar, de ceder cada uno un poquito. Porque no vale que solo ceda uno siempre y el otro “se salga con la suya”.

El siguiente punto importante es cómo discutimos, nuestra actitud. Percibimos antes la actitud y el tono de voz que las palabras. El lenguaje no verbal suele tener más poder que las palabras. Puede ser que estemos en una lucha de poder y no nos hayamos dado cuenta. ¡Quién no se ha encontrado alguna vez en una discusión sin acordarse de cómo empezó! En una lucha de poder nos olvidamos del objetivo de la discusión para tratar de demostrar al otro quién tiene más poder, quién gana. El resultado habitual es que todos salen perdiendo.

Es necesario recordar que la relación de pareja es una relación entre iguales, nadie está por encima del otro, no funciona tratar de mandar a tu pareja lo que tiene que hacer. Empeoras la discusión.

Y ahora llega el punto más importante para discutir bien: Habla de tí. Expresa lo que opinas, percibes, sientes…siempre hablando de ti: “yo pienso que…, tengo la impresión de que …, te percibo, te veo muy…”, como si todas las frases empezasen por yo, expresando lo que sientes y opinas, sin juzgar, criticar al otro, sin utilizar el” tú”: “Es que haces las cosas de una manera…, no piensas en lo que dices…, siempre estás con lo mismo, eres un@....Cuando añadimos “siempre, nunca, todos, eres…” todavía es peor. Empieza una pequeña batalla con lanzamientos de dardos verbales de uno a otro, del que es difícil salir.
Ser asertivo es hablar desde uno mismo teniendo en cuenta al otro, sin perder nuestro centro.

Cuando hablo desde mí mismo, desde lo que siento, opino, percibo, ….es mucho más fácil escuchar y es más informativo. Ya no recibo una imposición ni una crítica de lo que hago por parte de la otra persona, sino que me siento respetad@ e informad@ sobre lo que opina y siente. Así es más fácil aceptar que puede ser válida por lo menos una parte de su opinión.
Y podemos llegar con facilidad a un acuerdo.

Como me dijo otro buen amigo: “Estamos juntos en esto”.


Marta Vidal, psicóloga, Valencia

viernes, 29 de septiembre de 2017

EL ALTRUISMO QUE NOS SOBREPASA

Tenemos sobrevalorado el altruismo, cuando es causa de muchos vacíos internos y adicciones.
Consideramos que es amor “sacrificarse por los hijos” o “perder la vida” para vivir la de los hijos (esto último lo dicen más los hombres). Posiblemente es consecuencia de la cultura cristiana y porque nos venden en la televisión los superhéroes o héroes que se sacrifican y mueren por los demás y son adorados. Pero no nos dicen toda la verdad.

Según la Rae, altruismo significa:Diligencia en procurar el bien ajeno aún a costa del propio”. También encontramos definiciones que tratan de suavizar eso de perjudicarse para beneficiar a otro y giran la definición hacia generosidad, en una distorsión de la realidad.

El altruismo comienza a desarrollarse a los 18 meses según las investigaciones realizadas, y en esa edad tiene un sentido. Es cuando los niños se dan cuenta de que son alguien diferente de los demás. Es su primera etapa de independencia, y cuando toman conciencia de su dependencia de los mayores.
En un niño, el altruismo tiene coherencia con el instinto de supervivencia. Lo que necesita sólo lo puede obtener a través de los otros, de sus padres, y por ello es imprescindible que ellos tengan prioridad antes que él mismo. Trata de complacerles y hacer lo que quieran para obtener su atención, su amor. Luego, a medida que va creciendo, va aprendiendo a ser autónomo y colaborar con el grupo.

Cuando soy adulto, es mi responsabilidad atender mis necesidades. Si mi educación ha sido la correcta, habré aprendido que “hacer por los demás lo que quiero que hagan por mí” ya no vale, es todavía infantil, salvo que lo haya pactado verbal y claramente antes con otro.
El nivel adulto de moral y ética es “tratar de obtener el mayor el bienestar de todos los que forman parte de la situación o el grupo al que pertenezco, incluido yo”.
Ya no funciona intentar que el otro tenga bienestar para poder tenerlo yo. Puedo cuidar mi bienestar y, después, trasmitir o ayudar a que los demás también lo tengan, y eso sí que funciona porque tengo la capacidad para hacerlo.

Compruébalo: Nos pasamos la vida tratando de complacer a los demás, buscando una devolución que no obtenemos. ¿Te has preguntado cuántas veces consigues complacer a los demás? Y si lo logras, ¿cuánto dura el efecto? Suele ser casi siempre la misma respuesta.

Habrá quien se diga que a veces hay que anteponer a alguien o hacer un sacrificio. Si, claro, a veces si. Pero es necesario que el sacrificio sea una decisión consciente. Si yo dejo algo mio para atender a otro, es necesario que me de cuenta de que es mi elección. En caso contrario paso al otro mi responsabilidad, “lo hago por ti”, cuando posiblemente ni te lo ha pedido. Cuando la decisión es consciente, he elegido lo que prefiero hacer, no pierdo mi protagonismo, y lo puedo hacer con alegría y bienestar.
El sacrificio , como el estrés, ha de ser una situación puntual, que soltemos y nos podamos relajar, no un estado mantenido en el tiempo.
Para los católicos: Incluso Jesús, tan relacionado con el sacrificio por la Iglesia, dijo: “Ama al otro como a ti mismo” Ni menos ni tampoco más.

El problema principal es cuando me hago adulto y, sin darme cuenta, sigo esperando que los demás me den lo que ya me corresponde a mi obtener, cuando sigo pensando que la vida es un “toma y daca”, cuando no reconozco que mi vida es mía y que soy el protagonista principal, el responsable principal.
El problema es cuando sigo dando y dando para que me den, para que me devuelvan, y al otro lo voy avasallando y agobiando con tanto dar y se siente incapaz de hacer otra cosa que recibir, ...le supone demasiada lucha equilibrar eso.
El problema es que ya estoy tan entrenado a dar, que ni me doy cuenta de que quizás no me permito recibir, “yo soy generoso, no soy egoísta”.
Y el problema es que voy creándome un vacío interno. Quizás empezó a aparecer con los déficits que pudieran tener mis padres, y que sigo manteniendo con esa costumbre de no atenderme.
Y el problema es que a veces todavía me surge una voz interna saludable que dice “¿Y yo qué?”, que busca el equilibrio, pero no la dejo salir. No me permito ser egoísta, pensar en mi, darme lo que necesito, “me rechazarán”.
Y otras veces siento rabia hacia el otro que tiene lo que yo no tengo ( quizás se lo acabo de dar yo), y no me permito expresarla, no la entiendo.
Y en el peor de los casos, esa rabia que no puedo expresar la vuelvo contra mi, y la convierto en críticas y reproches. El vacío de cariño y bienestar en mi interior es muuuuy grande.
Entonces evito encontrarme con todo eso que me crea malestar y evito estar solo, así no me pongo a “pensar” o, por el contrario, me alejo de todos, me aíslo para no obligarme a atender a nadie, desconectar del conflicto interno, y bebo, fumo, trato de llenar ese vacío que siento en mi interior, muchas veces con adicciones, ... hay muchas alternativas y no suelen ser saludables.

¿Qué puedo hacer?

Dejar de huir de mi mism@. Empezar a darme por lo menos lo mismo que doy a los demás.
Atender a qué siento y escribir, vaciar en el papel lo que siento, mi malestar. El acto de escribir me va equilibrando emocionalmente. Necesito permitirme sentir la rabia para aprender a manejarla. Si quiero aprender a utilizar un recurso necesito reconocerlo y tomarlo.
Conocer, sentir el vacío, la soledad, el aburrimiento y darme cuenta que me asustaba mi propia huida.
Escuchar mis pensamientos dándome cuenta de que yo no soy ellos y que puedo elegir si los atiendo o los dejo pasar.
Aprender a defenderme de lo que me digo que me perjudica y que sólo suele ser verdad en parte. Convertir los reproches y la critica machacona en algo que me pueda servir.
Sentir mi cuerpo, mi respiración, y hacer un poco de ejercicio que seguro que me ayuda a estar mejor y equilibrar mente, emoción y físico.
Empezar a reconocer que mi vida es mía y a elegir que quiero hacer con ella.
Dejar de vivir la vida como una obligación: “Tienes que, has de, debes,...” y elegir y tomar decisiones, también, en función de lo que me apetece, quiero y necesito. Cuando uno es adulto siempre elige, incluso cuando deja que los demás elijan por el.
Darme permiso para dejar de ser siempre fuerte, valiente y generoso. Permitirme ser a veces vulnerable y otras fuerte, dar y recibir, cobarde y valiente, generoso y egoísta, por lo menos lo suficiente para cubrir mis necesidades básicas.
Crearme un ambiente de bienestar que genera salud y disfrute.

Es un regalo para un hijo que sus padres se cuiden y atiendan, que valoren su vida y la enriquezcan, y enseñen con el ejemplo a respetarse y amarse.


Marta Vidal Ginestal

Psicóloga-Valencia

domingo, 3 de septiembre de 2017

¿MAL O BIEN?

Bien y mal es la clasificación que solemos tener para enjuiciar las cosas y, claro, sólo tenemos dos opciones. Así que, si las cosas no están bien, es porque están mal, y si no están mal será porque están bien. Como mucho pasarán a ser normal o regular.
Es terriblemente limitante y nos cierra conciencia a la realidad.

Una discusión con un compañero de trabajo puede convertir nuestro buen día en uno malo y arrastrar nuestro mal humor hasta el día siguiente.
Si nos paramos a sentir cómo estamos empiezan a venirnos palabras. No es fácil, no lo hacemos habitualmente. Quizás podemos estar simplemente irritados con su actitud, o en desacuerdo con lo que dice, de mal humor o enfurruñados. Es mas fácil cambiar un estado de mal humor que todo “un mal día”.

O también me ha ocurrido preguntar a una persona que tenía una enfermedad crónica dolorosa cómo estaba y decirme:
-“Bien”.
¿Y eso qué significa?
-“¿Cómo estás, qué sientes?” pregunto otra vez.
-“Como siempre, estoy acostumbrada”me responde.
-“¿Cómo estás ahora, en estos momentos? insisto. Y entonces suelta el automático, se pone a prestar atención a lo que siente y me dice sorprendida:
-“¡No me duele nada!”. No lo había percibido.

Mal y bien es un juicio de valor.
Mal significa posiblemente que una situación o algo no nos gusta, no lo aprobamos, lo rechazamos. O simplemente que un pequeño hecho, un detalle, ha oscurecido algo mas amplio.
Bien significa que algo a lo que estamos acostumbrados, habitual, dentro de nuestra zona de confort, sigue igual o que ha sucedido algo que nos gusta, que nos alegra.

Muy posiblemente tengáis otras definiciones para bien y mal, porque, a pesar de lo que creemos, es muy subjetivo. No hay nada absoluto al 100%, está demostrado.

No vivimos en un mundo de certezas, ni absolutismos. Vivimos en un mundo de probabilidades, donde lo bueno y lo malo suele estar relacionado, sobretodo, con el momento, las personas, el exceso o la escasez, ...o simplemente con nuestro estado de humor y lo que deseamos.

jueves, 10 de agosto de 2017

¿QUIÉN TIENE LA CULPA?


¿La tengo yo? y si es así... ¿cuánta me corresponde?

Cuando se cae un niño y se golpea con la mesa, ¿quién tiene la culpa? : ¿El niño , los padres, quién le estaba cuidando o la mesa?La mesa se lleva la culpa más de una vez!
La realidad es :
  1. Que la culpa se utiliza para acusar, como algo negativo, sin ver que significa también responsabilidad, y eso es “capacidad de respuesta”, “poder”.
  2. La culpa pocas veces es sólo de una persona. Lo más habitual es que esté repartida.
    Si en el trabajo te encargan una tarea para la cual no estas preparada, si no te dan el tiempo o los medios suficientes para hacerla,... si sale mal, la mayor parte de la responsabilidad de que haya salido así es del jefe. Si te echan la culpa y la tomas, haces de “falso culpable”.
    Las preguntas que te ayudaran a poner las cosas en su sitio y aclararte son: ¿Puedo hacer esto? y ¿me corresponde a mí hacerlo? ¿Qué necesito?
  3. En ese reparto de culpas o responsabilidades, ¿qué parte me corresponde? Un hijo pregunta a su madre si le puede llevar a casa de un amigo a las 5. La madre le responde que a las 5 no, a las 6. Más tarde, cuando le esta llevando, el hijo le dice a su madre que llega tarde por su culpa. La madre le responde que llega a casa de su amigo por su culpa, pero llega tarde por culpa de que él no le ha avisado de que llegaría a las 6.
    ¡Cuidado! Sobretodo en discusiones de pareja he visto que muchas veces uno asume la totalidad de la culpa sólo porque hay una pequeña parte que es suya y es cierta.
  4. Sólo el que asume culpa de algo, tendrá el poder para cambiarlo. Como decía antes, culpa es responsabilidad, es decir, capacidad de respuesta. Si le echamos la culpa a otro de nuestros errores, perdemos la posibilidad de corregirlo y aprender algo nuevo.
    Por ejemplo, “si te ocurre siempre lo mismo”, si se repite de la misma forma, seguramente haces tú algo para que se vuelva a repetir.
    La pregunta que necesitas hacerte es: ¿Qué pasa? ¿Cómo sucede? Te dará el encadenamiento de conductas y emociones que produce ese resultado.
  5. A veces hacer lo correcto nos hace sentir culpa. ¿Cómo es posible? Esto confunde mucho y hace dudar y a veces echar marcha atrás a la hora de actuar.
    Me explico: En toda familia hay una serie de reglas de conducta, unas son explicitas y otras reglas no se han nombrado nunca. Regulan las preferencias y los rechazos de la familia y suelen seguir las reglas de la sociedad. Pero a veces no es así. Hay familias en las que hay miedo a cantar bien, hay otras en las que las mujeres son las activas y los hombres pasivos, hacer chistes o bromas lo consideran de tontos y hay que ser inteligente, etc. Cuando una persona se sale de las reglas que regulan el sistema familiar y se atreve a hacer “algo prohibido” como cantar bien , o hacer tonterías, se va a sentir culpable, simplemente porque no sigue las normas familiares. Es una culpa saludable, aunque no sea agradable, y necesaria para salir al mundo cuando eres adulto. Pasará la sensación y te sentirás mejor que antes.
  1. Y por ultimo, cuando nos movemos en el ámbito de lo esotérico, acostumbramos a echar culpas fuera, porque nos movemos en absolutismos.
    Las personas hablan de “ladrones de energía” que hay que evitar porque nos desvitalizan. No somos conscientes de que posiblemente nosotros estamos poniendo energía en exceso. Por ejemplo cuando queremos “salvar” a alguien del estado de decaimiento o queja en el que está, tratando de animarle. Lleva a la frustración y agotamiento, no es el camino.
    También está todavía de moda hablar de “personas tóxicas”. Nada es tóxico si tu no lo tomas. Pon limites.
    Cuando no se tiene la sensación de controlar el futuro, la gente juega a la lotería, llama a adivinas, etc. En estos casos no se está asumiendo el protagonismo de la propia vida, no se plantea uno objetivos inmediatos y posibles en la vida y no se esta arriesgando a equivocarse o frustrarse.

Si queremos sentirnos con poder, aceptemos la “culpa” que nos corresponde en la vida, sin sentirnos mal, respirando, poniendo límites a nuestras responsabilidades, no tomando lo que les corresponde a otros, concretando, asumiendo el protagonismo en nuestra vida aunque sea con un poquito de miedo.
Sentiremos nuestras capacidades y nuestro poder hacer, aunque sólo sea a veces para opinar.





















sábado, 29 de julio de 2017

EN EL TEATRO DE LA VIDA...

Tenemos un lugar. A veces nos quedamos entre bambalinas observando pasar nuestra vida sin implicarnos en ella.
Pero si nos implicamos, en un sentido mas amplio de la vida, a veces somos protagonistas, otras actores secundarios y también extras. No siempre estamos en la posición que nos gustaría estar. Algunos días nos levantamos sintiéndonos protagonistas y nadie nos ve, pasamos totalmente desapercibidos, y otros días nos sentimos demasiado observados y nos gustaría ser sólo extras.
En cualquier caso tenemos un lugar en la vida. Como decía Teresa de Calcuta, quizás sólo seamos una gota en el océano , pero si no estuviese, faltaría.

Y como actores, tenemos unos papeles o máscaras. Somos hijos y somos padres, somos arquitectos, carpinteros, o comerciales; somos victimas y salvadores; somos fuertes, débiles, habladores y callados. Somos los papeles que trajimos a este mundo, los que nos han dado cuando eramos niños nuestros padres y también los que nosotros mismos hemos aprendido. Muchas veces no nos damos cuenta de que es sólo un papel, que lo podemos soltar y seguir siendo nosotros. Nos perdemos en los demás, complaciendo a los que nos rodean y luego no nos encontramos. Somos más que los papeles que representamos.

Y los actores siguen guiones. Podemos reconocer un guion porque es una situación que “siempre acaba igual”, o tienes la sensación de haberlo vivido ya, “siempre es lo mismo”. No suele tener preguntas, y el otro siempre responde igual. Y si nos damos cuenta de que estamos implicados en un guion, podemos cambiarlo si queremos. Basta con preguntar algo o dejar de responder como siempre.


En el teatro de la vida también podemos ser guionistas.

martes, 30 de mayo de 2017

AMAR SIN MIEDO A PERDER

Nos dicen que amar es preocuparse por los demás. Y lo hacemos. Nos preocupamos y empezamos a dar vueltas en la cabeza a todas las posibles desgracias que pueden ocurrir a las personas que queremos, hasta que, en el mejor de los casos, mandamos a paseo todos esos pensamientos. Y nos sentimos libres, aliviados y posiblemente culpables por dejar de pensarlo.

Pero tenemos derecho a amar sin pre-ocupaciones. Tenemos derecho a ocuparnos de los demás cuando es posible, pero es imposible hacerlo antes de tiempo. Podemos prevenir y si ocurre algo desagradable ayudar cuando ocurra pero todo lo demás no son más que imaginaciones y, además, desagradables. A nadie ayudan, y pasamos ¡hasta horas! dándole vueltas en la cabeza a pensamientos nefastos y creándonos desde malestar físico hasta ataques de ansiedad.

Nos engañamos y engañamos a los demás diciendo que “les queremos más porque nos preocupamos de ellos”. Eso no es amor, eso es miedo a perder a quien amamos. Es un miedo alimentado por pensamientos catastróficos.

Esos pensamientos se llaman perspectivas catastróficas y surgen cuando llega tarde la persona que amamos (“¿habrá pinchado una rueda?”), va a venir a vernos en avión (“¿y si se cae el avión? será culpa mía”), se escapa el perro (“seguro que lo han atropellado”), los hijos adolescentes no vienen a la hora acordada...No voy a dar mas ideas ,son demasiadas las que escucho cada día.

Me decía una profesora, Loretta Cornejo: “Necesitamos suponer para actuar, pero puestos a imaginar ¿por qué no suponemos cosas agradables?”
Podemos pensar que mi perro esta disfrutando ahora de vivir con una familia que le deja entrar en la casa, como le gustaba; que mi hijo ha conocido esa noche a su novia, a su futura pareja y han perdido la noción del tiempo; tantas y tantas cosas que nos dejan buen cuerpo!


Cuando amamos con amor auténtico, lo hacemos en el presente, sin posesividad, sin alimentar los miedos, como un regalo que nos trae la vida y cuya duración nadie sabe por adelantado. Simplemente ¡disfrútalo!.

martes, 2 de mayo de 2017

EL PODER DE LA AMABILIDAD

Complacer no funciona, está comprobado.
¿Cuánto dura el efecto o la satisfacción de complacer a alguien?
Apenas unas horas.
La mayoría de las veces tratamos de compensar a otra persona por habernos enfadado con ella.
También buscamos en el fondo que el otro lo haga con nosotros. Y como no suele ocurrir y sentimos rabia. 
Y estamos continuamente tratando de complacer a todos los que nos rodean para verlos felices y así permitirnos ser felices nosotros también. Difícil.


En cambio, tenemos la capacidad de ser amables. Es algo parecido pero no es igual.
¿Qué sientes cuando eres amable, qué diferencia hay? Piénsalo antes de seguir leyendo.

1.¿Una sensación interna de ser más tu mismo que cuando tratas de complacer?
2.¿La libertad de decir si o no a la otra persona, y mantener amabilidad?.
3.¿Respeto por el otro y sus circunstancias, y a la vez a ti mismo?

Cuando miré su significado en el diccionario me sorprendí.  Ser amable significa “ser digno de ser amado”.

domingo, 9 de abril de 2017

CÓMO APROVECHAR LOS AUTOREPROCHES Y LA CRÍTICA INTERIOR PARA AUMENTAR TU BIENESTAR.

Si tienes ojeras o bolsas bajo los ojos es muy probable que seas de l@s que se hacen demasiados reproches y críticas al cabo del día.

Dice la P.N.L.: “Toda conducta tiene una intención positiva detrás”. Esto quiere decir que cuando realizamos una conducta buscamos algo positivo para nosotros, aunque no sepamos qué, no seamos conscientes de ella.

¿Cuál es la intención positiva que tienen en común habitualmente los reproches y las críticas? Generalmente tratan de corregir y cambiar alguna acción de la que no estamos satisfechos, mejorar algo.

Para aprovechar y poder redirigir la energía contenida en las criticas y reproches, es necesario saber que siempre que queramos cambiar algo necesitaremos preservar esa intención positiva. Es imposible cambiar o eliminar una crítica si no hacemos algo por corregir lo criticado, porque algo de razón suele tener la voz crítica.

También es necesario conocer que es mas fácil de corregir una conducta que la identidad.
Cuando decimos a un niño :”Eres tonto”, lo inutilizamos en su totalidad y probablemente el día siguiente, cuando le propongamos hacer algo, lo utilizará y nos responderá: “No lo puedo hacer, soy tonto”. Por el bien de todos es mejor decirle : “Has hecho una tontería, a ver cómo puedes arreglarlo”. Ahí el niño sigue sintiéndose capaz de hacer algo.

Entendiendo lo anterior, vamos a ver cómo podemos eliminar, entre otras cosas, las ojeras.

Reproches: son críticas hacia algo que ocurrió o hicimos en el pasado. No podemos cambiar ese hecho del pasado, pero sí prevenir que, si vuelve a ocurrir en el futuro, sea más parecido a lo que deseamos. Vamos a hacer “un puente al futuro”:
1-Reconocer que realmente deseamos que, la próxima vez que ocurra algo parecido, acabe de otra manera. Estamos más apegados a la rutina de lo que pensamos.
2-Analizar y detallar lo que ocurrió, qué personas intervinieron y qué hizo cada uno.
3-Analizar qué hice yo y qué podría hacer diferente para que el resultado sea distinto, más en la linea de lo que deseo.
4-Visualizarme haciendo esa conducta diferente en el futuro y el resultado que produce.

Dice la P.N.L. que si hacemos más de lo mismo obtendremos los mismos resultados que otras veces. Necesitamos hacer algo distinto para obtener un resultado diferente.

Crítica interna: Suelen ser voces machaconas, como prefiero llamarlas, para distinguirlas de la crítica constructiva. Esas voces se repiten una y otra vez, están en el presente, suelen ser insultantes y desvalorizadoras, no proponen ninguna solución y, aunque tengan una intención positiva de corregir, no logran cambiar nada.
Es necesario transformar esta crítica o voz machacona en una crítica constructiva.
1- Cuestionarla. ¿Es verdad lo que dice? Muchas veces son absolutismos tipo “todo”, “nada” , “nunca”, son generalizaciones que son mentira en el 99, 99% de las veces. Es necesario contrastarla con la realidad.
2-Analizar qué hacemos en esa situación, valorando cada parte, lo que funciona y lo que no funciona de cara a lo que queremos obtener.
Dice la P.N.L. que “no hay éxitos ni fracasos, sólo resultados”.
3.-Conservar lo que funciona y cambiar aquello que no funciona, mediante la creatividad, permitiendo que se nos ocurran conductas alternativas más validas o adecuadas a las circunstancias o a nuestra edad.


Permitámonos cambiar lo que no nos esta funcionando, lo caducado y construir nuestro bienestar y felicidad.

martes, 21 de marzo de 2017

A POR TU FELICIDAD

Me dicen los libros que felicidad es un estado que se siente cuando se alcanza un objetivo deseado, no me lo creo.

Me decía una chica: “Estoy haciendo este curso, y además hago...” contándome su camino de búsqueda de la felicidad. Se la veía tan feliz mientras lo explicaba que no sabía si decirle que la había encontrado ya!

¿Otro ejemplo? Me contaba un compañero que había estado ese año buscando su coche ideal. Probaba coches, hablaba con los amigos, se iba a ver ferias y se decía continuamente que iba a ser muy feliz cuando lo comprase. Bueno, pues cuando lo compró se dio cuenta de que su felicidad se había acabado, que hasta que no cambiase de coche otra vez, no volvería a serlo como antes.

Muchas veces no nos damos cuenta de que estamos siendo felices.

Me gusta la definición de la RAE:

1.“Estado de grata satisfacción espiritual y física”.
2.”Ausencia de inconvenientes o tropiezos.”

Y todavía más la de Wordreference:

1.”Estado de ánimo del que disfruta de lo que desea”.
2.”Satisfacción, alegría, contento.”

Sí, mi experiencia me dice que es necesario disfrutar de lo que haces, de vivir, y sentir la satisfacción y la alegría.

Y creo que se puede ser feliz aunque haya tropiezos o inconvenientes, si uno vive la vida como una aventura. Esta claro que cuando lo que nos trae la vida nos gusta y es lo que queremos, lo disfrutamos. Y es menos frecuente que, cuando nos viene “en contra”, no lo hemos elegido y no nos gusta, lo tomemos como un reto, como algo a descubrir, a conocer, y también lo disfrutemos.

Porque ¿cuántas condiciones ponemos a la vida para ser feliz? ¿“Ha de hacer sol porque la lluvia no me gusta, me resulta incomoda”? Las dos cosas son imprescindibles en la vida. Cuanto más selectivos seamos con lo que nos viene de fuera, más lo seremos con nuestra felicidad.

Ampliemos nuestras posibilidades. Dejemos de rechazar tanto, porque el mismo rechazo es el que nos da malestar. En el próximo articulo hablare más de esto.
Y una vez ampliadas, ¿cómo hacemos para disfrutar?

Para disfrutar es necesario sentir, y para sentir necesitamos estar más conscientes de nuestro cuerpo y atender nuestras necesidades. Todos hemos visto a un bebé con hambre o con sueño. Nos pasa lo mismo aunque no chillemos.
A través de nuestro cuerpo percibimos el exterior, a través de los sentidos. Es imprescindible estar descansados y bien alimentados. Cuando hacemos algún tipo de ejercicio, sea andar, correr, deportes, musculación, yoga, etc, también nos vamos a sentir mejor y nuestra autoestima va a mejorar. Media hora de andar cada día ya mejora la respiración, se oxigena el cuerpo, suben las defensas y nos da salud.

Y no se trata de intentar. Si no piensas pasar a la acción, no te engañes diciéndotelo, te vas a sentir frustrado y mal. Es mejor ser coherente entre lo que uno se dice y hace. Si te cuesta ponerte a hacer ejercicio puedes empezar por darte cuenta de cómo estas y de qué sientes. Ya has visto que a veces ni nos damos cuenta y ya estamos siendo felices. Si puedes llevar un diario, escribir unas pocas líneas dos o tres veces a la semana, aumenta también la conciencia de lo que sentimos y, si te duele algo, disminuye el dolor a la mitad, está comprobado.

Vivir el presente plenamente es ser el protagonista de tu vida e implicarte en ella. Para que no tengas miedo de la felicidad y de la alegría. Algo que pasa bastante a menudo. Nos hemos acostumbrado tanto a “vivir evitando desgracias” que nos da miedo vivir la felicidad, que es un derecho de todo ser humano.
Y ser protagonista significa que lo que hagas y no hagas sea tu elección, porque cuando somos adultos elegimos también cuando no elegimos. Es mas fácil cuando asumimos la “responsabilidad” de nuestra vida, o sea, la “capacidad de responder” en ella. Los aciertos serán los nuestros y los valoraremos, y los errores que cometamos serán mas fáciles de corregir si son nuestros que si son ajenos. Al fin al cabo somos nosotros los que estamos presentes y percibimos cada situación. No conviene seguir los consejos de los demás sin cuestionarlos.

Porque no se trata de estar planeando las cosas para un futuro y dejar que el tiempo vaya pasando. Sólo se disfruta la felicidad en el presente, en este momento y en “la realidad” que muchas veces despreciamos. Se trata de ir encontrando el ritmo de la vida. Es como una canción. Hay un ritmo de fondo y sobre él surge el canto u otros sonidos que combinan con ese fondo. El ser humano tiene unos ritmos biológicos que es necesario atender, una rutina, y sobre ellos vamos creando nuestra vida. Se trata de vivir sin meternos prisa y sin frenarnos, buscando o esperando el momento oportuno para cada cosa.

Y si queremos mantener la felicidad en nuestra vida es imprescindible que la dejemos marchar. Tenemos la capacidad de habituarnos a las sensaciones, y dejamos de sentirlas, de percibirlas. A veces no nos damos cuenta hasta que se van, notamos la diferencia.
Es necesario dejarla marchar para que pueda volver y seamos otra vez felices.

Dice Thich Nhat Hahn: “No hay camino para la felicidad, la felicidad es el camino” .

Y seguiré tratando el tema en los próximos artículos. Felizmente.


jueves, 9 de febrero de 2017

PRIMERA IMPRESIÓN

Conocemos a alguien y nos quedamos con la primera impresión, le ponemos una etiqueta como si fuera la mejor, la verdadera.
¿Nos permitimos tener una segunda o una tercera impresión en los siguientes encuentros o seguimos con la primera impresión o juicio que hicimos un día de esa persona?
La información caduca sobretodo la de los seres vivos, la vida es cambiante.
Nada hay mejor que recoger en cada encuentro la impresión de ese día, de cómo está esa persona y cómo estas tú, y permitir que cada encuentro tambien sea diferente, nuevo,... como es en realidad.

lunes, 6 de febrero de 2017

QUÉ ES UN PROBLEMA Y CÓMO RESOLVERLO

¿Es un bloqueo, algo que puede perjudicar, oscuridad, impotencia, un final sin un después, una preocupación, un disgusto, una incógnita, una lucha, un desafío?

Un problema es una dificultad que surge cuando queremos obtener algo, un beneficio.
Si aceptamos lo que hay y no tratamos de cambiarlo, desaparece el problema. Y tampoco obtenemos lo que queremos.

Un ejemplo sencillo: Pincho una rueda del coche.
Es un problema si he quedado a una hora en una cita importante, me voy a retrasar...¿y qué si me retraso?, pues me entra ansiedad porque me gusta que me consideren una persona muy puntual y me molesta llegar tarde. Para mi es importante la puntualidad. Además hoy me duele la espalda.
Tendré que cambiar la rueda o pedir que lo haga alguien y a lo mejor tarda. Como poco tendré ansiedad.
Si acepto que no podré llegar a tiempo, que voy a llegar quizás una hora tarde, me relajaré, quizás me sentaré a tomar un café mientras espero, o la cambiare con calma.

Algunas veces conocemos nuestro objetivo, por ejemplo, buscar un trabajo, y otras no lo reconocemos tan fácilmente. Puede ser un ideal, como tener paz o seguir quedando como una persona puntual. O también puede ocurrir que sólo reconozcamos lo que no queremos: Por ejemplo, no quiero que me duela más la espalda.
También puede suceder que un problema sea una solución a otro, porque nos impida obtener algo que realmente no deseamos. Por ejemplo, me cuesta tener pareja, y no consigo mantenerla más de un mes. Pero puede ser que cuando estoy en pareja, me pierdo a mi misma, dejo de prestarme atención para dedicarle toda a él.
Necesito preguntarme: ¿Qué me impide y qué me facilita un problema? para empezar, a aclararme.

¿Cómo puedo resolver un problema?

El 80% de las veces afrontamos los problemas de forma emocional y por eso no conseguimos resolverlos. Es conveniente combinar nuestra parte emocional y la intelectual.


  1. Concretar el problema. Consiste en analizar y concretar el problema, en detenernos un momento como observador y utilizar nuestra parte más intelectual, dejar un poco de lado la emoción en este momento.
    Necesitamos preguntarnos: Cuál es el problema, a quién y cómo afecta, qué conductas realiza cada uno de los implicados, qué emociones manifiesta cada uno, qué intención positiva puede tener cada persona para actuar como lo hace, o qué es importante para cada persona. Recuerda que detrás de cada conducta que realizamos , aunque esté equivocada, hay una intención positiva. Si puedes concretar el problema, muchas veces ya obtendrás la solución.
  2. Lluvia de ideas, estrategias, o posibles soluciones. Aquí vale todo, por muy locas que parezcan algunas soluciones, pueden funcionar en parte. Aquí participamos con la emoción y el intelecto.
  3. Elección de una solución, quizás formada por varias de las que surgieron. Esta fase también es más analítica y elegiremos la de mayor beneficio para todos los implicados. Incluidos nosotros, claro!