El Blog de Psicología Alternativa

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sábado, 2 de diciembre de 2017

NI CONTIGO NI SIN TI

¿Por qué algunas relaciones no funcionan?
El amor es esa energía que nos une a unas personas con otras. Y hay diferentes formas de amar.

El amor entre padres e hijos, es una relación con una jerarquía, en la que los padres mandan a los hijos, les dirigen para que se hagan adultos capaces de dirigir a su vez sus vidas.
Es amor incondicional, es un amor que da la vida. Los hijos lo expresaran hacia sus propios hijos. Esta forma de relación no es reversible. Lo que los padres hacen por los hijos, estos no pueden devolverlo de la misma manera.

El amor en la pareja, es una relación entre iguales, un amor que es necesariamente condicional y reversible. Va en ambas direcciones, los dos dan y los dos reciben por igual.

Los problemas más básicos en las relaciones de pareja surgen cuando pretendemos llevar el amor que hemos recibido cuando eramos niños a una relación de pareja. O dicho de otra manera, pretendemos tener el mismo tipo de relación con nuestra pareja que la que teníamos con nuestros padres.

Hacemos demandas a nuestra pareja que carecen de sentido y son imposibles de complacer por la sencilla razón de no son nuestros padres y ya somos adultos. Así que tratamos de cambiar la forma de la pareja porque no es como tendría que ser.

Cuando alguien se empareja buscando que el otro le haga de padre o madre, se queda pegado a esa persona como si fuera niño. Quiere que esté ahí siempre disponible como si fuera imprescindible todavía para vivir.
Necesita “saber que esta ahí”, ”que tiene alguien ahí” , disponible permanentemente para cuando lo necesite, para no sentirse solo, y reconoce, con vergüenza, que le da igual que sea la pareja que tiene en ese momento u otra persona.

Así surge ese amor que dice “sin ti no puedo vivir”, “sin ti me muero”, que puede ser cierto en un niño y que es falso en un adulto.
No se está amando a una persona, sino a la posición que ocupa esa persona, siempre disponible para nosotros.

Una vez está ahí esa persona, hay que impedir que se marche, claro, así que es necesario tener un control bastante estricto sobre lo que hace en cada momento. Y se intenta mandar al otro, es una relación jerárquica y por tanto donde unos mandan a otros.
El que ocupa el papel de hijo se siente libre, sin pareja y con la necesidad de tenerla, así que es muy probable que la busque. En cualquier caso, va a hacer su vida al margen de la otra persona, simplemente asegurándose que sigue ahí.

Suele ser bastante complicado porque a veces esos papeles son bastante fijos pero otras muchas la pareja los baila y a ratos hace de padre o madre y otras de hijo. Y trata de cambiar a la otra persona porque parece que ese es el problema. Está uno tan metido ahí que no ve bien lo que pasa, no sabe tomar distancia.

Y llegan a sentirse ambas partes de la pareja tan agobiados con esa relación disfuncional, que necesitan apartarse uno de otro, a ningún adulto le gusta que le manden. Surge la rabia, que ayuda a poner limites y decir “basta ya”, pero puede intensificarse y, mal utilizada, puede convertirse en agresividad y llegar a la violencia por ambas partes. Hay desorden y caos en el amor.

¿Qué salida hay? La relación de pareja tiene dos condiciones básicas, que sea una relación entre iguales y que haya un proyecto de vida en común.

Dialogar con la pareja y reconocer lo que hay y lo que es, la realidad, soltar los ideales y lo que creemos que ha de ser.
No hay buenos ni malos, tan disfuncional es uno como el otro si los dos se mantienen ahí.
Igualar las culpas, son al 50% . Tan culpable es el que actúa como el que lo permite o no lo hace cuando corresponde.
Mirar lo que pasa, nuestro papel, cuándo está una persona haciendo de padre, madre o hijo.
Respetar al otro y dejar de mandar y de buscar que le manden.
Colaborar en las tareas de casa y con los hijos.
Está de moda “dejarse guiar por el corazón”. Cuidado, no es así en la realidad. Tanto la mente, como la emoción y el cuerpo tienen algo que decir a través de pensamiento, emociones y sensaciones. Lo ideal es buscar el equilibrio entre las tres partes y estar más centrado y estable.
Darse cuenta de que no está solo el que está sin pareja. Está en una sociedad que le puede dar muchos apoyos que está exigiendo a su pareja y que puede ser excesivo.
Las preferencias de niño pueden no coincidir con lo que puede beneficiar de adulto. Es necesario salir de lo que gusta y no gusta, puede resultar engañoso.
Construir un plan de futuro en común, si es posible. Si no lo es, empecemos a pensar en cambiar de pareja.


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